‘Gramática de la prevención de adicciones’

febrero 21, 2023

Fuente: www.lasdrogas.info. Mireia Pascual.

Entrevista a Alfonso Ramírez, autor de ‘Gramática de la prevención de adicciones’ “El manual busca tender un puente entre la investigación en prevención y las prácticas reales”.

Alfonso Ramírez de Arellano ha trabajado como psicólogo clínico de adicciones y psicoterapeuta de familia durante más de treinta años. Ahora acaba de publicar el libro ‘Gramática de la prevención de adicciones’, un recorrido por las últimas décadas de prevención en nuestro país, una radiografía de su situación actual y un conjunto de propuestas de futuro.

Pregunta. ¿Es la prevención de adicciones hablar directamente de sustancias u otros comportamientos adictivos?Respuesta. Adicciones es algo más que sustancias, eso hay que tenerlo muy claro. Hoy ya no solo implica comportamientos con sustancias sino que incluso hay algunos de carácter relacional. Lo que proponemos en el manual es que hay que desarrollar dos vías que son paralelas. Una es que hay que desarrollar un enfoque lo suficientemente amplio y comprensivo como para que le dé cabida a todo: sustancias legales e ilegales, comportamiento y adicciones sin sustancias y relacionales. Y un poco más, porque todo esto habría que incorporarlo a todo el tema de la promoción de la salud y la salud mental porque comparten mucho con algunos trastornos, sobre todo cuando nos referimos a jóvenes y a adolescentes.

Otra, es que paralelamente hay que desarrollar una línea más especializada en cada una de las sustancias, de las conductas y de los trastornos. Porque cuando ya se está desarrollando una conducta problemática, no es igual consumir setas alucinógenas que fumar tabaco o saber cuáles son los medios para protegerse de una anorexia.

Habría elementos que se pueden ver desde la prevención universal, que van a ser comunes a todos, como las habilidades socioemocionales o cualquiera que fortalezca la autoestima bien entendida, y otras que son específicas dependiendo de cuál sea o del trastorno o conducta al que nos refiramos. Y ambos son compatibles, depende de la edad, del curso escolar, si es una población general o ya seleccionada por algún riesgo, etc.

P. Cuando hablamos de prevención, ¿están la investigación y las prácticas reales alineadas y complementándose debidamente?
R. No. Rotundamente no. Es una pena, pero no es así. Llevan vidas paralelas. Ha habido un gran desarrollo del trabajo de investigación académica, pero esta sigue estando muy lejos de las necesidades de la vida cotidiana de los técnicos de prevención y los agentes primarios que son los que tienen que aplicar los programas. Ahí hay un puente que hay que tender entre unos y otros. No hay contradicción entre un tipo de conocimiento y otro, pero hay que acercarlos. Es verdad que algunos investigadores, a los que hay que darles mucho mérito, cuando terminan su investigación, incluso ofrecen dos o tres sesiones para aplicar en las escuelas. Pero en conjunto, no se dan la mano. Hay que tender puentes y esta publicación es un intento de acercar un mundo y el otro. Y también sería interesante que algunas de las necesidades que detectan los técnicos que operan en el territorio, fueran investigadas por los investigadores que operan en la academia.

P. A partir de qué edades se debe hacer una prevención de adicciones. Una crítica recurrente es que ‘se llega tarde’, ¿cuándo es un buen momento?
R. Si no nos referimos directamente a una adicción concreta, desde el principio, desde preescolar deberíamos estar formando. Hay programas que facilitan el desarrollo de habilidades socioemocionales que son la base de la prevención universal de las adicciones y de otros trastornos. Pero ya referido a sustancias o conductas, va a depender de la adicción. Por ejemplo, prevención del abuso del móvil, ¿cuál es la edad adecuada? ¿cuál es la edad a la que lo regalan? Evidentemente, si lo impartes cuando hace un año que tienen el móvil, ya es tarde.

Las normas se tienen que poner desde el principio, no cuando ya hace un tiempo que el niño o la niña tiene el dispositivo. En cambio, cuando se lo das por primera vez, se lo das con unas reglas de uso y luego las supervisas. En este ejemplo, la prevención se debería hacer a los siete años. Si hablamos de setas alucinógenas, posiblemente no.

P. La prevención debe estar basada en la evidencia, ¿pero existe esa evidencia en prevención? ¿Cómo se mide la efectividad? ¿Cómo se sabe qué funciona y qué no?
R. Acogiéndose al paradigma de la evidencia, no es diferente en prevención a otras materias. Se trata de establecer los criterios que hay que seguir para que una investigación demuestre científica y fehacientemente unos resultados. Lo ideal es que se pueda disponer de metaanálisis, lo que significa que hay muchos análisis ya hechos previos de los que se pueden extraer conclusiones generales y a largo plazo. Ahí sí que se produce evidencia científica de alta calidad. Pero creo que existen diversos modos de conocimiento y grados de evidencia. En la actualidad faltarían métodos que se acercaran un poco a la práctica. En el sector escolar, por ejemplo, sí que hay cierto trabajo acumulado para analizar y comparar, pero si nos fijamos en otros, como las medidas de prevención ambiental aplicadas a las fiestas y el ocio nocturno, habría que poder medir su impacto, pero seguramente no va a ser igual. La forma de medir el impacto de esto no va a ser exactamente el mismo que el del laboratorio, habrá que adaptarse a ese medio. O si implementamos medidas de prevención a través de las escuelas deportivas municipales, también necesitamos nuevos métodos. En definitiva, sí que existe evidencia científica, pero habría que desarrollar nuevos métodos que se acercaran más a la realidad en algunos campos.

P. ¿Se necesita ordenar los planes preventivos en España? ¿Quién la realiza, cómo y cuándo y qué se toma como guía?
R. Habría que reordenarlo. El Plan Nacional original, del 1985, nació con unos criterios bastante claros de ordenación, repartiendo funciones entre el Plan Nacional, los planes autonómicos y los locales. Otra cosa es en lo que ha derivado y cómo se ha desarrollado a lo largo de los años y sobre todo el relativo abandono en el que ha caído esta actividad en los últimos 10 años; producto de la crisis y de una relativa falta de interés en la agenda técnica o política. Entonces, sí que se ha venido un poco abajo, por eso habría que volver a reordenar.

Yo no creo que haya que inventarse una estructura nueva, habría que revitalizar la que existe. El Plan Nacional debe dar las líneas generales con las que nos guiemos todos, entendiendo que el Plan Nacional no es una cosa que dependa solo del gobierno central, sino en el que participan también el resto de las entidades autonómicas. Luego los planes autonómicos son los que ordenan el territorio y luego los planes municipales, tendrían las competencias de coordinar todas las acciones a nivel local. Teóricamente no lo veo complejo, el problema es la práctica. Falta un impulso al sector y reordenarlo. También faltan recursos económicos.

P. ¿Para qué sirve este manual que acaba de publicar?
R. El público más importante son los técnicos locales de prevención, que son los menos visibles en la prevención de adicciones desde hace años. Hoy, los únicos capaces de traspasar información a los medios de comunicación o incluso a la literatura técnica o científica, son los responsables autonómicos, nacionales y la academia a través de la investigación. Pero los técnicos locales de prevención son prácticamente invisibles y son lo que están contratados por los Ayuntamientos para que pongan en práctica y lleven a efecto los programas que se han desarrollado a otro nivel. Pero son los grandes olvidados, esa parte de la prevención no tiene una financiación regular, no está regulada en cuanto a cuáles son los perfiles profesionales adecuados, las competencias, la formación, las funciones, …digamos que es un terreno un poco dejado de la mano. Y, sin embargo, yo creo que es el que hay que potenciar y por eso me dirijo a ellos. Aunque está escrito en un lenguaje sencillo que pueda servir a cualquiera que esté interesado en el tema de la prevención.

P. ¿Es lo mismo una prevención dirigida al consumo de sustancias que a las adiciones sin sustancia?
R. Como decía al principio, en una parte sí. La parte de la prevención que se desarrolla desde la promoción de la salud y a través de la llamada prevención universal, incluso la más reciente prevención ambiental, sí, puede valer para todo tipo de adicciones con y sin sustancia y de otros trastornos infantojuveniles relacionados con la salud mental o los trastornos psicosociales, que por otra parte, han sido los grandes olvidados en nuestro país los últimos 40 años.

Pero sin duda alguna también se pueden diseñar programas específicos para prevenir problemas específicos. Y estos son complementarios de los generales.

P. Se ha hablado mucho de una atención y tratamiento individualizado, ¿debe serlo también la prevención?
R. Sí, en el nivel de la prevención llamada indicada sí o de detección y atención precoz sí. Cuando hablamos de detección, no hablamos de detección precoz de enfermedad, sino que en prevención hablamos de detección precoz de factores de riesgo. Si hay una enfermedad, le correspondería a asistencia, haciendo programas de asistencia precoces. Esto requeriría una mayor coordinación entre los recursos de prevención y los asistenciales. Pero sí se pueden detectar factores de riesgo individualizados y si los hay, o empieza a haber consumos o conductas problemáticas, lo que es negligente es no intervenir.

P. ¿Cuál es el papel de los agentes políticos en todo esto a nivel local? ¿A qué debe responder su toma de decisiones en esta materia?
R. Primero lo bueno. Los políticos locales tienen varios poderes a su alcance. El más importante de todos, a mi parecer, suele recaer sobre el alcalde, es la capacidad de coordinación y capacidad de escucha en el territorio. Para poner de acuerdo a los técnicos responsables de educación con los sanitarios, con los de deporte, etc. Algo que no siempre se consigue a otros niveles como los autonómicos. Hay mucha capacidad de influencia en ese sentido. Sin embargo, para los recursos propios de los ayuntamientos hay pocos programas preventivos, así como se han investigado muchos programas para la escuela, que no pertenecen a las competencias municipales, se han investigado pocos programas que se puedan poner en marcha en fiestas locales, con la policía local, con los servicios sociales municipales, las escuelas deportivas, etc. Hay un papel importantísimo que pueden desempeñar tanto de los alcaldes como de los concejales. Pero deben tener unas directrices claras porque si no las acciones pueden ser no efectivas o hasta contraproducentes.

P. Cuando se hace una campaña a nivel municipal con cartelería, folletos, etc. ¿Quién debe ser el encargado de hacer ese material? Tenemos los técnicos que tienen el conocimiento, los políticos que quieren hacer una determinada campaña, pero ni unos ni otros saben de marketing y comunicación. ¿Quién debe hacerlo?
R. En la práctica lo que ocurre es que es muy probable que se escuche al técnico que defina qué debería ir en la campaña o cuáles son los objetivos. El siguiente paso es quién lo hace, casi siempre lo hace el gabinete de comunicación, que no saben de prevención ni de adicciones. El problema es que el técnico de prevención no sabe de comunicación y el técnico de comunicación no saben de prevención. Y hacen lo que buenamente pueden. Esto si lo hacen desde el propio ayuntamiento, si lo encargan a terceros, ya depende de la calidad de este. Para mí, es importantísimo que dentro de la formación de los técnicos en prevención haya formación en marketing y comunicación. Es que es imprescindible, es fundamental. Una parte fundamental de la prevención es la comunicación.

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