Ayuda para los familiares de personas alcohólicas

mayo 27, 2015

Los grupos Al-Anom buscan contener a quienes deben convivir con esta problemática; funciona en la Argentina desde 1966.

 

Micaela Urdinez | Fuente original: lanacion.com.ar |  25/05/2015

 

«Se dice que en estos casos que si uno no recibe ayuda, termina loco, preso o muerto», dice Elizabeth R. al referirse a los familiares de personas con problemas de alcoholismo. En su caso, ella es esposa y madre de personas con esta adicción, y gracias a que hace 12 años se acercó a los Grupos Al-Anon, para familiares y amigos de alcohólicos, pudo empezar a salir a flote.

«Yo no creía que necesitaba ayuda. Para mí el que tenía un problema era mi marido. Pero un día toqué fondo y me acerqué a una iglesia en donde sabía que funcionaban los grupos de Al-Anon. Pensé que me iban a dar una pastillita mágica para que mi marido dejara de tomar. Yo no me hacía cargo de mi propia enfermedad. Pero por suerte encontré gente que me abrazó y nunca más me sentí sola», dice Elizabeth, quien pudo terminar el secundario y empezar una carrera universitaria. Sus dos hijos comenzaron a ir a Alateen y uno de ellos empezó a tener problemas con el alcohol. «Por suerte aprendí a dejar de vivir la vida de mis enfermos y vivir la mía. A pesar de que mi marido sigue tomando, convivimos sin violencia ni agresividad. Pude ver con amor a esa persona», resume.

Los grupos de familia Al-Anon, que incluyen Alateen (adolescentes y jóvenes de 12 a 20 años) son un recurso comunitario que proveé ayuda a personas afectadas por el consumo compulsivo de otro. Nacieron en los Estados Unidos en 1951, cuando las esposas de las personas alcohólicas se dieron cuenta de que el comportamiento también las afectaba y que necesitaban compartirlo. La ONG llegó al país en 1966.

Son una hermandad anónima de familiares y amigos de alcohólicos que se reúnen para compartir experiencias a fin de resolver los problemas que tienen en común. A los encuentros, anónimos, pueden asistir los hijos adultos, los padres, las parejas, los esposos, los amigos o los compañeros de trabajo.

«Preferimos hablar de bebedor problema y no de alcohólico, de una persona que pasa del uso al abuso de la sustancia. Ésta es una problemática que afecta no sólo al que bebe, sino a todo el grupo familiar y a los allegados. Los familiares no se dan cuenta que desarrollan muchas actitudes que propician a que se facilite que el afectado tome. En los grupos se trabajan estos cambios de actitudes familiares para poder mejorar el clima en la casa», explica Mauricio Riba, director ejecutivo de esta entidad que se autofinancia a través de contribuciones voluntarias de sus miembros.

En nuestro país la organización fue creciendo hasta llegar a 250 grupos de autoayuda y cerca de 2000 beneficiarios. También coopera con los profesionales brindándoles información y capacitación, y ofrecen charlas y talleres. «Queremos llegar a empresas para poder dar charlas a los empleados y que más personas sepan que existimos», agrega Riba.

Tomar conciencia

En la familia de Mirta G. el alcoholismo se transmitió de generación en generación: su bisabuelo, su abuelo, su padre y su hermano. «Mi cuñada se enfermó y murió porque no consiguió ayuda a tiempo para lidiar con el alcoholismo de mi hermano. Cuando mi cuñada falleció, me tuve que hacer cargo de él y la situación se complicó más. Mi hermano se enfermó de cirrosis y si bien en el final quiso recibir ayuda de AA, ya era tarde», dice Mirta, que en un principio no entendió por qué la mandaban a Al-Anon. «Mi hermano se ponía un arma en la boca y yo salía corriendo de Claypole a San Miguel. Vivía pendiente del teléfono. Viernes, sábado y domingo eran un caos. Iba a sacarlo de la comisaría, cuando le secuestraban el auto por estar borracho, de los hospitales. Yo cargaba con la culpa de no haber podido ayudarlo y en los grupos entendí que soy impotente frente al alcohol», agrega.

Todas las personas o instituciones interesadas en contactarse con la organización pueden llamar al 0800-333-0784 o ingresar a www.alanon.org.ar

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