Cigarrillos más caros para frenar consumo

julio 13, 2015

En Colombia, por cada peso que se recauda en impuestos al cigarrillo se gastan $8 para tratar las enfermedades que produce. La OMS recomienda subir los impuestos y gremios se oponen.

Sergio Silva Numa | Fuente original: elespectador.com

Si usted fuera un fumador en Brasil tendría que pagar por un cigarrillo el doble de lo que le cobrarían en Colombia. Para poder calmar la ansiedad tendría que desembolsar aproximadamente US$2,54 para obtener una cajetilla, algo así como $6.604. ¿Lo haría? ¿Daría esa cantidad de dinero para saciar las ganas de fumar?

Una de las estrategias para reducir el tabaquismo adoptadas por Brasil durante la última década ha sido incrementar los impuestos sobre el cigarrillo. Gracias a esa apuesta, aconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), logró algo que parecía impensable: que los fumadores adultos se redujeran en 46%. El cálculo de las autoridades sanitarias era simple: si a un ciudadano le tocan el bolsillo, lo más probable es que por los altos precios se abstenga de fumar.

Esa es la misma fórmula sobre la que la OMS volvió a llamar la atención hace un par de días. En su informe La epidemia global de tabaco, 2015, el organismo recalca la eficiencia de la receta. “El aumento de los impuestos es una de las más eficaces —y rentables— maneras de reducir el consumo de productos que matan, al tiempo que se generan ingresos sustanciales”, sentenció su directora, Margaret Chan.

Para respaldar ese llamado muestra ejemplos como los de Estados Unidos y Turquía, donde sucedió algo similar a lo de Brasil. En los últimos diez años el país asiático elevó la tasa de impuestos al 65%, lo que triplicó el precio de los cigarrillos. Eso desembocó en una disminución de las ventas (12%) y una reducción del 27% del tabaquismo.

Pero la alerta que la OMS lanzó esta vez busca ser un poco más amplia. Su sugerencia es que los países impongan impuestos que representen más del 75% del precio de venta de una cajetilla. En el mundo, 33 naciones han adoptado el consejo. De ellas, sólo una es latinoamericana: Chile, con 81%. En Ecuador esa cifra es del 70% y en Venezuela del 71%.

En Colombia ese porcentaje, de acuerdo con el informe, equivale al 49%. Y aunque en los últimos años ha habido intentos por incrementarlo, las discusiones han desembocado en disputas difíciles de zanjar. La última ocasión fue a finales de 2014, cuando se estaba planeando la reforma tributaria. Tan sólo el anuncio provocó el disgusto de varios gobernadores y protestas de tabacaleros. Un aumento, decían, perjudicaría a unas 6.000 familias que viven del cultivo de tabaco y, de paso, permitiría que se disparara el contrabando.

La razón de ese último argumento, en palabras de Heliodoro Campos, presidente de Fedetabaco, federación que asocia a esos agricultores, es sencilla: “El contexto de Colombia es muy distinto al de otros países. Subirle el precio al cigarrillo es abrirle un boquete al contrabando porque no hay un control estricto. En vez de caer el consumo, descenderán el recaudo de impuestos y la inversión en salud, pues lo que se recolecta en términos de tabaco se destina a ese sector. Los agricultores se verán afectados. Además, el que es fumador siempre seguirá fumando”.

Ese punto, sin embargo, parece ser una constante en otros países. La OMS lo advierte en su informe: “La industria siempre se ha opuesto a las medidas de control (…) Hace afirmaciones espurias sobre el daño económico causado por el aumento de impuestos que no están confirmadas por la evidencia. Una usual es que los impuestos más altos conducen a un aumento del contrabando y el comercio ilícito”.

De acuerdo con cifras de 2014 del Minsalud, por cada peso que se recauda en impuestos al cigarrillo se gastan $8 para tratar las enfermedades que produce, y esa diferencia nos está costando unos $3,1 billones, es decir, sólo un billón menos de lo que invirtió el Gobierno para construir las primeras 100.000 viviendas gratis.

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