Crece la venta de psicofármacos y las que más consumen son mujeres

noviembre 24, 2016
La medicación y la automedicación con benzodiacepinas es cada vez más común

Fuente: www.clarin.com

En Argentina, la medicación y la automedicación con benzodiacepinas –“me tomo un Clona”, “me clavo un Rivo”­ es cada vez más común. Lo muestran las estadísticas del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos: con y sin receta, se venden cada vez más psicofármacos en el país. Pero la conciencia acerca de los efectos adversos que eso puede provocar -advierten expertas en adicciones consultadas por Clarín-, apenas existe.

“Este año se venderán casi 100 millones de psicofármacos con receta y a eso se suma otro 20% que se compran por fuera del sistema legal, a través de Internet y de la venta callejera”, sostiene Marcelo Peretta, titular del sindicato. “También hemos observado que las mujeres consumen más que los hombres y en muchos casos se vuelven adictas al Diazepam y al Clonazepam”, dice en referencia a los ansiolíticos conocidos comercialmente como Valium y Rivotril.

La psiquiatra Marcela Waisman Campos, especialista en adicciones y directora del centro Neomed, describe: “Hay, por un lado, una población joven que usa psicofármacos en el contexto de uso de otra sustancia, por ejemplo, para manejar la abstinencia a la cocaína. También están quienes acceden a las benzodiacepinas porque tienen trastornos del sueño y quienes las usan porque están atravesando una situación de estrés. Lo cierto es que esas situaciones deberían manejarse con psicoterapia o con tomas de decisiones adecuadas al estresor (factor de estrés). Con el ansiolítico sólo se busca anestesiar el malestar, cuando el malestar, justamente, es necesario para el cambio”.

El uso de ansiolíticos no sólo está muy extendido sino que está “demasiado naturalizado”, opina Eleonora Marzorati, psiquiatra especialista en adicciones y directora médica de Centro de vida. “Uno escucha por la calle ‘estoy muerto, ahora me tomo un clona y listo’. Lo que se ve es que no hay una verdadera conciencia de que es un fármaco que tiene indicaciones precisas y efectos adversos. Hay incluso ramas de la medicina que lo desconocen. El paciente está nervioso y le recetan una benzodiacepina y no saben que puede generar dependencia y terminar funcionando como una droga de abuso. Estos psicofármacos también generan tolerancia por lo que, para lograr el mismo efecto, el paciente necesita ir incrementando la dosis. Y cuando quiere frenar es muy difícil porque generan síndromes de abstinencia muy complicados”.

Hablamos de medicación que debería venderse bajo receta pero que puede conseguirse sin prescripción. El uso sin criterio médico es un búmerang: alivia en el momento pero con el tiempo uno se vuelve dependiente y necesita más y más. En el camino se trató de tapar la tristeza a un precio altísimo y no se elaboró nada de lo que el cuerpo pedía elaborar.

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