El remedio es peor que la enfermedad

marzo 30, 2016
​La semana pasada una comisión de 22 científicos y académicos, en su mayoría médicos, publicó un informe sobre los impactos de la política internacional contra las drogas sobre la salud pública.

Fuente: Daniel Pacheco. www.elespectador.com

La comisión, auspiciada por la Universidad Johns Hopkins y la revista médica The Lancet, ofrece una evaluación de los impactos en la salud pública que tienen las drogas ilícitas y las políticas para combatirlas.

Según la comisión, las políticas de drogas actuales presentan una “paradoja”: mientras la prohibición y persecución de quienes producen, venden y consumen drogas se vende como una medida encaminada a resguardar la “salud pública”, “la evidencia sugiere que han contribuido directa e indirectamente a generar violencia letal, enfermedades transmisibles, discriminación, desplazamiento forzado, dolor innecesario, y el menoscabo del derecho de las personas a la salud”.

Es decir, dicen los médicos, aunque los gobiernos venden la prohibición de las drogas ilícitas como una medida necesaria para salvar a la civilización de convertirse Sodoma y Gomorra, la evidencia sugiere que Sodoma y Gomorra ya han descendido sobre nosotros por la actual política de drogas, en la medida en que hemos desatado una epidemia de homicidios, encarcelado y desplazado a millones de personas, propiciado el esparcimiento de enfermedades prevenibles como el SIDA y la Hepatitis C, y causado una cantidad incuantificable de dolor innecesario.

Hay que destacar acá que quienes dicen esto no son activistas, expresidentes arrepentidos de haber aplicado políticas insensatas, o promotores del libertinaje. Son médicos, que recopilaron datos, analizaron información científica, y la publican ahora bajo la sombrilla de credibilidad de la revista médica The Lancet, una de las más antiguas y prestigiosas del mundo.

Como bien lo resaltó Pablo Correa, el periodista de El Espectador queescribió acerca de los hallazgos y recomendaciones de la comisión, las drogas sí presentan un problema real de salud pública: el 11% de las personas que consumen drogas desarrollan problemas de salud, en la forma de dependencia u otros trastornos. Más o menos una de cada 10. Es decir, de las 246 millones de personas que han consumido drogas en el mundo según la ONU, 27 millones de éstas desarrollan adicciones y otros problemas. Una minoría.

Esta cifra no es un invento, tampoco un llamado a la alcahuetería, es un hecho contrastable a partir de la evidencia disponible. Nos informa acerca de la desproporcionalidad de responder a este reto de salud pública con fumigaciones, policías, militares y cárceles, cuando podría lidiarse con tratamiento médico, reducción de daños y prevención, a un precio humano y financiero mucho menor.

En el debate que la comisión llama a abordar no figura nunca la perspectiva de legalizar todas las drogas. No hay acá una dicotomía entre prohibición y legalización. Más bien, la dicotomía gira en torno a la evidencia y la ignorancia, las buenas y malas políticas según el rasero de la ciencia y la salud.

 

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