España sigue sin una ley del alcohol pese al alto consumo en el país

Fuente: laopinioncoruna.es. Míriam Ruiz Castro.

Ministros de PSOE y PP han intentado legislar durante dos décadas, pero las presiones acaban metiendo los textos en un cajón. Mientras, los botellones van cada vez a más

En España, consumir alcohol es un ritual. Se queda para tomar unas cañas, se brinda para celebrar y
se riega con vino una buena comida. El alcohol es una droga que el 93% de la población ha
consumido alguna vez en la vida. En los jóvenes, ese ritual se convierte en un atracón: casi cuatro de
cada 10 de entre 15 y 24 años, la generación del botellón, tuvo una intoxicación etílica aguda en
2020, último dato disponible. Pese al arraigo cultural de su consumo, las asociaciones médicas
alertan cada vez más de que beber con responsabilidad es un oxímoron, porque “solo se evitan los
riesgos no consumiendo”, como recoge el último informe aprobado por la Comisión de Salud
Pública.
Sin embargo, legislar sobre alcohol se ha convertido en misión imposible en España. La ley de
prevención del consumo en menores lleva dos décadas aguardando en los despachos de los
ministros de Sanidad de socialistas y populares, pero el texto siempre acaba dándose de bruces con
otros intereses, especialmente los del lobby de la industria del alcohol. “La intención del gobierno es
sacarla en esta legislatura, pero de momento no hemos avanzado más. Es la historia interminable”,
señala Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol, una entidad científica que lleva años
intentando que se apruebe una ley nacional y haciendo aportaciones a los distintos gobiernos.

Problema de salud pública

En septiembre de 2006, el Consejo de Ministros daba el visto bueno al anteproyecto de ley para
prevenir el consumo de alcohol entre menores, un “gravísimo problema de salud pública”, en palabras
de la entonces ministra de Sanidad, Elena Salgado, que destacaba que la edad de inicio en el alcohol
se situaba en 13,7 años de media. La norma incluía limitaciones a la venta, el consumo en la vía
pública y la publicidad. Solo unos meses después, Mariano Rajoy, entonces líder de la oposición,
pronunciaba en Ciudad Real su famoso “¡viva el vino!” tras una defensa encendida de su consumo y
contra un gobierno “autoritario” liderado por José Luis Rodríguez Zapatero. Había entrado en la
ecuación el producto estrella de la dieta mediterránea, el vino, en un país que es uno de los
principales productores del mundo. Rajoy citó a Quevedo, que escribió que el vino es el mejor
vehículo del alimento y la mejor medicina: “Necesitamos más Quevedo, más educación, y menos
leyes para jorobar a la gente”. Arrancó así una guerra del vino, a pocos meses de los comicios
municipales, y el Gobierno socialista optó por meter el anteproyecto en un cajón. Y como la historia a
menudo rima, cuando fue una ministra de Sanidad del PP, Ana Mato, la que puso sobre la mesa un
borrador de ley para prevenir el consumo de alcohol en menores, productores y bodegueros —y
también el PSOE de territorios como La Rioja— volvieron a presionar hasta que los populares la
pusieron de nuevo a dormir el sueño de los justos.


Cuando el PP volvió al gobierno después de un año en funciones, una niña de 12 años murió tras
sufrir un coma etílico en un botellón. El Plan Nacional sobre Drogas insistió en que las altísimas
cotas de consumo del alcohol entre menores se debían a la “falta de percepción del riesgo y a su
altísimo grado de disponibilidad”, y una nueva ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, prometió una
vez más una ley de alcohol en menores. En un congreso sobre alcohol, noche y menores que se
celebraba en el marco del Plan Nacional sobre Drogas en 2002, periodistas y científicos oyeron de la
boca del entonces vicepresidente del Gobierno la promesa de una ley que prohibiría consumir alcohol
en la calle, lo que le ganó el pseudónimo de ley del botellón. Aquel vicepresidente era Mariano Rajoy

Ley perjudicial
El Consejo Económico y Social consideró que la ley de Prevención del consumo indebido de bebidas
alcohólicas era excesivamente sancionadora y perjudicial para el sector productor, además de
proponer que se excluyera al vino por ser una bebida alcohólica “natural de carácter agrícola y uso
alimentario”. El texto contó también con la oposición del PSOE e IU, que la consideraron represiva, y
ni siquiera llegó al Parlamento. Fue el primer intento infructuoso por regular el consumo de una
sustancia reconocida como un potente carcinógeno. Poco después, ese mismo gobierno aprobó la
ley del vino, que lo define como alimento y es la que usa ahora el sector para pedir que se excluya de
las bebidas alcohólicas.
“Cada ministro que se ha ido incorporando ha querido sacar adelante la legislación, pero ha tenido
presiones y se ha quedado en un estamos en ello”, dice Pascual, que hace suya la que él mismo
califica como frase hecha: “Los políticos están vendidos”. Dos décadas después del primer intento,
es la ministra Carolina Darias la que se enfrenta ahora a regular el alcohol en menores. El 8 de abril
acabó el periodo de aportaciones de la consulta pública, y desde entonces no se ha sabido nada.

El falso mito de la copa de vino en las comidas

A principios de este verano, un titular corrió como la pólvora: el Gobierno quería prohibir el vino en los
menús del día. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, publicó una fotografía
en redes sociales con una copa y un mensaje: “Un buen vino como el que los señores del Gobierno
nos quieren prohibir”. Sanidad tuvo que salir a desmentirlo. La apuesta de la Estrategia de Salud
Cardiovascular era “colaborar con los establecimientos de restauración” para promover una dieta
mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable “sin incluir en ella el consumo de
alcohol”. La mención al alcohol se acabó eliminando. “Los mensajes a veces llegan distorsionados y
esto la industria lo sabe hacer muy bien, porque tienen una capacidad económica y de marketing
muy elevada”, dice Francisco Pascual, presidente de la organización Socidrogalcohol. Desde Salud
Sin Bulos, una iniciativa avalada por la mayoría de asociaciones médicas del país para combatir
mentiras sanitarias en internet, trabajan para desmontar algunos mitos como que una copa de vino
al día es beneficiosa para la salud. El presidente de Socidrogalcohol asegura que el sector del vino se
puso en contacto con ellos hace años para que avalaran ese tipo de mensajes: “No podemos
aseverar algo que no tiene una evidencia científica, cuando hay estudios que se repiten y que lo
desmontan”, dice. Entre las propuestas que han hecho llegar a Sanidad está la de desvincular a la
industria alcoholera de los programas de prevención, porque “su interés es que las bebidas
alcohólicas se vendan”. Un eslogan suele acompañar los anuncios de bebidas alcohólicas: “Bebe con
moderación, es tu responsabilidad”. Pascual insiste en medidas como el etiquetado, a la que se
opone la misma industria que promueve ese eslogan: “Para que yo sea responsable de lo que hago,
debo estar informado”. En el caso de los menores y los adolescentes, las asociaciones médicas y
científicas llevan años advirtiendo de que el único consumo responsable es el que no existe. Los
especialistas insisten en recordar que el consumo de alcohol perjudica el desarrollo cerebral, puede
provocar alteraciones en el proceso de crecimiento y aumentar la posibilidad de desarrollar un
consumo abusivo.

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