Un paso histórico

mayo 31, 2016
El tema, empero, no debe terminar aquí. ¿Por qué no permitir también el uso recreativo de la marihuana? Aplican similares consideraciones: es una oportunidad financiera nada despreciable y la prohibición no erradica el consumo sino que lo lleva a la clandestinidad. Y, como bien lo han reconocido nuestras cortes, cada colombiano tiene el derecho de elegir si utilizar o no la marihuana dentro de su libre desarrollo de la personalidad. Como pasa con el alcohol o el tabaco.

Fuente: www.elespectador.com

Después de años de una guerra fallida contra las drogas, que en el proceso se ha llevado por delante los derechos de las personas que tienen justas razones para utilizar el cannabis, el Congreso, en una decisión histórica —y sorpresiva dada su constante incapacidad de meterles el diente a los temas más polémicos— aprobó esta semana una ley que permite el uso de la marihuana para aliviar el dolor y la ansiedad de los pacientes. Un paso tímido, y que deja deudas, pero que marca un cambio fundamental en la forma en que Colombia entiende el problema de las drogas.

Con 84 votos a favor y cuatro en contra, la plenaria de la Cámara de Representantes aprobó el miércoles pasado en último debate la ley que reglamenta el cultivo, producción, fabricación, adquisición, importación, exportación, almacenamiento, transporte, comercialización, distribución, uso y posesión de las semillas de la planta de cannabis, sus derivados y los productos que lo contengan, con fines medicinales y científicos. Por fin el país tiene una legislación integral que abarca toda la cadena de producción del cannabis medicinal.
El Congreso —y en particular su entusiasta promotor, el senador liberal Juan Manuel Galán— merece aplausos por consolidar un cambio iniciado por los ministerios de Salud y el de Justicia, los cuales vienen adelantando un proceso de socialización de la Resolución 1816 de 2016, en la cual se definen las condiciones especiales para otorgar la licencia de producción y fabricación de la marihuana medicinal. Uno de los principales triunfos de la nueva ley es crear mecanismos para garantizar la calidad e higiene en el proceso de producción, así como fomentar al pequeño y mediano productor para que entre a una industria altamente lucrativa, y que es cada vez más relevante a nivel mundial.
El gran triunfo, no obstante, es por fin señalar que el Estado quiere darle la cara a un problema que está estancado en lógicas obsoletas. Aprobar la marihuana para usos medicinales tiene sentido desde un punto de vista financiero, pues sigue el ejemplo de países como Estados Unidos que han descubierto un mercado nuevo que está generando ingresos considerables. Pero también desde un punto de vista humano. Cuando se presentó el proyecto de ley, el presidente Juan Manuel Santos expresó su apoyo a la propuesta, pues “es una forma de comenzar a sacar de las manos de los criminales el ser intermediarios entre el paciente y una sustancia que le va a permitir aliviar su sufrimiento”.
Tiene toda la razón. Se ha comprobado científicamente que los medicamentos que utilizan el cannabis son útiles para paliar los síntomas de ciertas enfermedades, así como la ansiedad, sin presentar efectos colaterales negativos. La situación antes de esta nueva ley era que los pacientes terminaban buscando marihuana en el mercado negro, con todo lo que implica el contacto con la ilegalidad. No había motivos para la prohibición.
El tema, empero, no debe terminar aquí. ¿Por qué no permitir también el uso recreativo de la marihuana? Aplican similares consideraciones: es una oportunidad financiera nada despreciable y la prohibición no erradica el consumo sino que lo lleva a la clandestinidad. Y, como bien lo han reconocido nuestras cortes, cada colombiano tiene el derecho de elegir si utilizar o no la marihuana dentro de su libre desarrollo de la personalidad. Como pasa con el alcohol o el tabaco.
El paradigma mundial está cambiando por fin, y Colombia debe aprovechar para sacudirse los prejuicios en el tema de las drogas. Un enfoque de salud pública y de libertades individuales puede dar muchos más réditos que insistir en una terca criminalización que no hace más que castigar a los más vulnerables, mientras los narcotraficantes siguen en la impunidad. Bien por el Congreso. Esperamos más proyectos de ley que tengan la valentía de reconfigurar la forma en que enfrentamos nuestros problemas.

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