Cómo afecta el alcohol en las emociones

Fuente: mundodeportivo.com. MARIA CASAS.

Cómo afecta el consumo de alcohol en el proceso
de las emociones

Un estudio asegura que los patrones de conectividad de algunas personas
podrían ayudar a predecir problemas con el alcohol.
Los recordatorios del móvil pueden mejorar la memoria de personas con
demencia.

El alcohol perjudica nuestra salud, pues con el tiempo, esta sustancia puede
aumentar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas y otros problemas.
Entre las enfermedades más comunes que causa el alcohol se encuentran alta
presión arterial, enfermedad cardiaca, accidentes cerebrovasculares,
enfermedad del hígado, problemas digestivos y diferentes tipos de cáncer.

Pero, además, puede suponer graves problemas de salud mental, problemas
de aprendizaje y memoria, problemas familiares o sociales y dependencia.
Recientemente una investigación ha descubierto que las personas que
consumen alcohol de manera excesiva o que tienen problemas con el
alcohol, pueden tener una conectividad funcional más baja en las regiones
que procesan las emociones y las situaciones sociales.

Según el estudio, que se ha publicado en la revista Alcoholism: Clinical &
Experimental Research, el alcohol puede alterar los patrones de actividad
neuronal, afectando a la capacidad de algunas personas para interpretar las
expresiones faciales.
Tal y como explican los investigadores de la Facultad de Medicina de la
Universidad de California, en San Diego, estas diferencias en la conectividad
cerebral pueden usarse para predecir el consumo futuro de alcohol de las
personas y pueden proporcionar la base para nuevas intervenciones para
tratar o prevenir el trastorno por consumo de alcohol.


¿Quién está en riesgo de padecer dependencia al alcohol?

Los expertos aseguran que el riesgo de desarrollar un consumo desordenado
de alcohol está influenciado genéticamente y se ha asociado con el nivel de
respuesta de un individuo al alcohol, o la cantidad de bebidas que debe
consumir antes de experimentar los efectos.
Así, aquellos con un bajo nivel de respuesta al alcohol (LR bajo) tienden a
beber más y desarrollar problemas con el alcohol con el tiempo, en
comparación con aquellos con un alto nivel de respuesta (LR alto).
Según exponen en varios estudios anteriores en personas con LR bajo,
“notaron una disminución de la actividad en ciertas regiones del cerebro,
incluida la amígdala, que están involucradas en el procesamiento de
emociones y recompensas”.
Sin embargo, este nuevo estudio ha ido más allá, siendo el primero en
evaluar la conectividad funcional entre estas regiones del cerebro en este
contexto.
Ben McKenna, profesor clínico asistente de psiquiatría en la Facultad de
Medicina de UC San Diego y autor de la investigación, asegura que “la
capacidad de leer las expresiones faciales afecta la forma en que
interpretamos una situación y cambiamos nuestro comportamiento en
respuesta”, por lo que, si una persona “no puede procesar adecuadamente
esta valiosa información social y emocional, esto afectará su
comportamiento, incluida su decisión de dejar o continuar bebiendo».
Según indica el estudio, 108 adultos jóvenes sin antecedentes de problemas
con el alcohol se caracterizaron por tener niveles bajos o altos de respuesta al
alcohol. A todos ellos se les pidió que consumieran un pequeño volumen de
alcohol o una bebida de placebo sin alcohol, y que realizaran una tarea de
procesamiento de rostros emocionales para identificar rostros felices,
enojados y temerosos mientras se medía la actividad cerebral utilizando
imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).
Una vez realizado el análisis, los investigadores vieron que, incluso sin
consumo de alcohol, las personas con bajo LR tenían menos conectividad
funcional entre la amígdala y los lóbulos frontales, la ínsula y las regiones

parietales mientras procesaban las caras emocionales. Además, después de
consumir alcohol la conectividad se redujo aún más en los individuos con
LR bajo, mientras que la conectividad aumentó en los participantes con LR
alto.
«Nos sorprendió descubrir que las áreas del cerebro se comunican de manera
diferente en estas personas, incluso sin haber consumido alcohol, y antes de
que hayan desarrollado problemas significativos con el alcohol», explica
McKenna, quien sugiere “que estas conexiones disminuidas dificultan que
las personas con LR bajo comprendan y respondan de manera adaptativa a
su entorno social”.
Utilizar los patrones de conectividad para predecir el futuro
Por otro lado, los investigadores revisaron los datos cinco años después del
análisis y vieron que podían usar los patrones de conectividad funcional de
los participantes de las exploraciones anteriores para predecir sus futuros
problemas con el alcohol.
«Si estas diferencias neurobiológicas influenciadas genéticamente predicen

el comportamiento futuro, tal vez podamos identificarlas desde el principio y
tratar de educar a las personas antes de que desarrollen problemas con la
bebida», concluye McKenna.

 

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