“El origen del consumo de drogas se encuentra muchas veces en la falta de acceso a servicios esenciales”

Fuente: www.lasdrogas.info. Marta Saiz.

Entrevista a Marcelo Pedra, coordinador del Núcleo para Poblaciones Vulnerables y Salud Mental en Atención Primaria (NUPOP) en Friocruz Brasilia, vinculado al Ministerio de Salud de Brasil.

Marcelo Pedra es psicólogo, doctor en salud pública y coordinador del Núcleo para Poblaciones Vulnerables y Salud Mental en Atención Primaria (NUPOP) de Fiocruz en Brasilia, vinculado al Ministerio de Salud de Brasil. También es supervisor clínico institucional de la Revista Traços, una publicación que hace de la cultura un instrumento de transformación social. En esta entrevista, realizada en el marco del Seminario Internacional sobre Drogas, Vulnerabilidades y Territorios urbanos de COPOLAD III en la ciudad brasileña de Fortaleza, habla sobre la importancia de la interseccionalidad en las políticas de drogas y el acercamiento de la cultura a las poblaciones más vulnerabilizadas.

Pregunta. ¿En qué medida es importante la salud mental para tratar los consumos problemáticos de drogas?

Respuesta. Desde nuestra experiencia, no desligamos la salud mental y consumos problemáticos de drogas, porque para nosotros la salud mental es un fenómeno complejo, que incluye la relación con las drogas. Pensar en la salud mental es pensar en el fenómeno humano de forma multidimensional, implicando el acceso a las directivas, el trabajo y la renta, la cultura, los servicios de salud y la protección social. En definitiva, tener salud mental es insertarse como ciudadano. En este contexto, condiciones como la ansiedad, la depresión, o incluso problemas más graves como la psicosis o el consumo problemático de drogas, también están ligadas a la salud mental; al mismo tiempo que lo están a la necesidad de asegurar los derechos fundamentales.

P. ¿Qué carencias se identifican en Brasil con respecto a la atención primaria y tratamiento de los consumos problemáticos de sustancias? 

R. Aquí vemos que no hay especialistas formados para atender a personas con problemas de consumo de drogas. Es importante que en la atención primaria el médico y los demás profesionales de la salud estén preparados para escuchar. Por eso hay que formar lo que aquí llamamos profesionales generalistas. La idea es que cuando alguien acuda a la atención primaria diciendo que tiene un problema con las drogas, no lo derivemos inmediatamente a un especialista. Hay que escuchar a las personas y establecer un vínculo con ellas, así como crear oportunidades en los barrios y en la comunidad para que puedan ser atendidas. De esta manera, la persona se siente incluida, aunque se la tenga que derivar a otro profesional. Obviamente, estoy hablando de la experiencia en Brasil y en los territorios que conocemos.

P. ¿Cuál es el principal problema con los consumos de drogas en Brasil? 

R. Relacionado con la pregunta anterior, encontramos casos de personas que están pasando por un problema de salud mental y que recurren al alcohol como vía de escape. De hecho, el alcohol en Brasil es la droga más consumida. El número de personas que tienen problemas con el consumo de alcohol es mucho mayor que con cualquier otra sustancia. De hecho, no hay fiesta en Brasil sin cerveza. Por ejemplo, cuando se celebra el cumpleaños de un niño de un año, es muy probable que haya cerveza en la fiesta, siendo el alcohol casi el principal protagonista del evento. Además, cada vez se bebe a una edad más temprana y actualmente el inicio del consumo de alcohol en Brasil está entre los 10 y los 12 años. Esto ocurre porque se crea un valor social para la bebida, donde el alcohol justifica muchas violencias. Por eso tenemos que estar donde vive la gente, donde se construyen estas ideas: en los barrios y en las comunidades, con los equipos de atención primaria, promoviendo la salud mental y discutiendo los hábitos. Y actuar desde ahí.

P. Recalca lo importante que es estar sobre el terreno y cerca de la gente. ¿Cómo se puede intervenir para reducir el consumo problemático de drogas?

R. Tenemos que reforzar los lazos comunitarios e intervenir en el ámbito de la cultura. Está claro que la intervención sanitaria es muy importante, pero el origen del consumo de drogas se encuentra muchas veces en la falta de acceso a servicios esenciales, como la educación, el derecho a tener un trabajo digno o el derecho a acceder a la ciudad. Las drogas ganan protagonismo cuando no hay escuelas para todos, no hay un trabajo regular o no estamos incluidos de forma participativa en la sociedad. En Brasil, cerca del 70% de la población no tiene un trabajo regular con un vínculo de seguridad social, ni acceso a los servicios del Estado en caso de accidente de trabajo. Estas personas trabajan hoy para comer mañana. Y es ahí donde la droga busca su ambiente. Evitar la frustración, evadirse de la realidad o poder lidiar con las relaciones insoportables de la vida, serían algunas de las razones que llevan a las personas a relacionarse con las drogas. Es decir, para soportar lo insoportable. Y esto conduce a un grave problema en el que las drogas son el síntoma, no la causa. Cuando trabajé con personas sin hogar, la mitad de ellas me dijeron que consumían algún tipo de sustancia porque les ayudaba a sostener su situación. No era el alcohol la causa de que vivieran en la calle, sino lo que les aliviaba de la realidad a la que estaban expuestas. En un ambiente donde no hay recursos ni acceso a los servicios públicos y donde, en este caso particular de Fortaleza, la comunidad está separada de la zona turística de la playa con un muro, como el hotel donde estamos ahora, privando a las personas del espacio público.

P. Por lo tanto, ¿las políticas sobre drogas deberían de ir más de la mano de las políticas sociales?

R. Por supuesto que sí. El cuidado tiene que ser complejo, así que cuidar a alguien que está en situación de vulnerabilidad tiene que implicar el acceso a la vivienda, trabajo, renta, asistencia social, salud, cultura, ocio, educación o derecho a la ciudad. Tenemos que implicar todo esto, aunque sea difícil. Y aprender de los errores que cometemos cuando no construimos una comunicación pública entre diferentes instituciones y/o áreas.

P. Habla de la importancia de intervenir con la cultura en las comunidades más vulnerabilizadas, como una manera de trabajar en los consumos problemáticos de drogas ¿A qué tipo de intervenciones se refiere?

R. El arte y las prácticas corporales han sido, en nuestra experiencia, formas de abordar estos temas. Son maneras de poner el malestar más allá de las palabras, otro modo de expresar los sentimientos. También es interesante relacionar cultura y salud, porque, por ejemplo, si la propia comunidad representa una obra teatral en la que expresa las dificultades que atraviesa, utilizará el arte de manera terapéutica. En este sentido, también es importante que estas interpretaciones no solo se representen en los centros de salud, sino que se lleven a los teatros, al igual que las pinturas, que se lleven a galerías y museos, para que toda la sociedad pueda participar. Es fundamental que el arte producido por las personas que sufren ocupe los espacios artísticos de la ciudad y no se exponga solamente en los servicios de salud. Necesitamos acercar la salud y la cultura para pensar en políticas públicas más eficaces.

P. Y en el caso de la educación y el trabajo regular, ¿cómo se podría acercar a las comunidades?

R. En primer lugar, tenemos que adaptarnos a las realidades. En el caso de la educación, podríamos pensar en cómo llevarla a contextos diferentes, alineándonos con el aprendizaje acumulado por la pedagogía de adultos y con los contextos concretos de la vida. Y si hablamos de acceso al trabajo, debemos tener formas de acercar el trabajo a las personas con problemas de consumo, así como revisar las estrategias de cualificación laboral o competencias necesarias. Y entender que este trabajo por sí solo no va a sacar a una persona de una relación problemática con las drogas, sino que tiene que ir acompañado de otras políticas sociales. Como dije, las instituciones tenemos que trabajar juntas para promover la comunicación pública en esta área. Únicamente es posible interactuar con el fenómeno de las drogas desde la complejidad. Y no podemos tratarlo de forma simplificada, solo en el ámbito de la seguridad. Las políticas de drogas no tienen exclusivamente que ser llevadas a cabo por la justicia, sino que también hay que tener en cuenta los servicios de bienestar social, salud, vivienda, trabajo e ingresos o educación, que proporcionen diferentes y múltiples estrategias para que las personas puedan acceder a los beneficios a los que tienen derecho.

P. ¿Y cómo está trabajando NUPOP Fiocruz Brasilia todos estos temas de los que habla?

R. Actualmente tenemos el Colaboratorio Nacional Pop Rua actuando en cinco capitales brasileñas: Distrito Federal, Salvador, Curitiba, Río de Janeiro y São Paulo, con equipos móviles que están en el territorio articulando políticas públicas para promover el acceso y la cualificación de los profesionales en estas ciudades. También tenemos la Escuela Nacional Street Pop, que es una escuela de formación política para las personas en situación de calle y favorecer así el fortalecimiento de estos grupos. De hecho, tenemos una fuerte relación con el movimiento nacional de la población de la calle en Brasil y con la cámara federal para actuar en el aspecto administrativo. De la misma manera, tenemos un trabajo de formación de profesionales de la salud, que pasan cuatro meses trabajando con personas sin hogar en el Distrito Federal. Y también estamos con la Revista Traços actuando en el monitoreo de las acciones del equipo social con poblaciones vulnerables, siguiendo el instrumento de evaluación de autonomía que creamos, para monitorear y evaluar las acciones del equipo social.

P. Por último, ¿cómo seguir trabajando para que todo esto sea posible?

R. En primer lugar, tiene que haber dinero para la inversión pública. Además, el servicio público tiene que comunicarse con la gente, para que el consumo problemático de drogas no aparezca como un problema aislado, no relacionado con la forma en que se organiza una sociedad. No es solamente un problema de salud, ni un problema de bienestar social o de justicia, es un problema de falta de acceso a la cultura, al trabajo, a unos ingresos adecuados o al derecho a la ciudad… Si no nos fijamos en este aspecto, tendremos que aumentar la oferta específica de servicios comunitarios de salud mental y de atención primaria. Hay que trabajar para acoger más y mejor a la gente, para que los que tienen problemas con las drogas tengan más acceso a una atención primaria de calidad. Porque si mi familia y mis hijos no tienen derecho a la educación, si mi matrimonio no va bien, si trabajo toda la semana y no consigo dinero o si no puedo pagar el autobús para llevar a mis hijos a la playa… todas estas situaciones harán de las drogas un recurso atractivo. Porque si la vida no es un recurso, las drogas lo serán.

COPOLAD es un programa de cooperación delegada financiado por la Unión Europea y liderado por la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), en consorcio con la Organización Internacional Ítalo-latinoamericana (IILA), y en coordinación, con Die Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH y el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías.

 

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