EL RIESGO DEL ABUSO DE LAS TECNOLOGÍAS DURANTE EL CONFINAMIENTO: TECNOADICCIONES

Fuente:

Mariano Chóliz, Marta Marcos y Francesc Verdú

Unidad de Investigación: “Juego y Adicciones Tecnológicas”

Universidad de Valencia

Las Tecnologías de la Comunicación (TIC) están siendo unos de los recursos más utilizados por parte de la población a raíz de la obligación del confinamiento exigido dentro del hogar para superar la crisis del Covid-19. Cualquier actividad profesional que pueda realizarse telemáticamente (es decir, a través de las TIC) debe llevarse a cabo en esta modalidad de teletrabajo. Por otro lado, los largos periodos de tiempo (que para la mayoría de las personas es todo el tiempo) que se exige que estemos en casa, se superan mediante el uso de las aplicaciones que suministran las TIC. Si tenemos en cuenta que muchas personas han perdido el trabajo, o están inmersas en un ERTE y que, por lo tanto, están inactivos profesionalmente, deben ocupar el tiempo en confinamiento con actividades que les resulten placenteras o, al menos, ayuden a soportar esta situación. Para algunas personas es el único recurso para evitar que el obligatorio aislamiento se convierta en patológica soledad.

Así pues, la crisis del coronavirus está impulsando hacia una nueva era de conectividad en todo el mundo. Pero en lo que se refiere a niños y adolescentes, esto es probablemente más acuciante, puesto que si ya de por sí el uso de las TIC era una actividad absorbente a pesar de que había alternativas muy atractivas al uso de aquellas, ahora que muchas de dichas actividades no pueden llevarse a cabo, la dependencia de las TIC puede convertirse en un serio problema.

En muchas familias, fomentar estas pautas se convierte hoy en día en una entelequia, pues apenas dan abasto para cumplir sus responsabilidades laborales y también tienen que ayudar a los hijos con los deberes, comprar, cocinar y realizar tareas domésticas. No obstante, no se debe obviar que, en uno o dos meses, se pueden adquirir hábitos que consoliden una adicción a las tecnologías que derive en un problema de salud. Actualmente los jóvenes tienen clases y deberes online y necesitan el ordenador, hacen videollamadas con compañeros, amigos y familiares, si hacen deporte se conectan a clases online en YouTube, Instagram…, pasan largas jornadas ininterrumpidas de atracones de sus series preferidas de Netflix, etc… Así que el recuento, igual que en adultos, puede ser de más de 12 horas diarias.

La tecnología, que se ha convertido es una de las pocas soluciones para superar el periodo de aislamiento, es actualmente una solución adaptativa. Sin embargo, no hay que perder de vista que este estado excepcional pasará y, aunque probablemente haya cambios sustanciales en la forma de relacionarnos con los demás y de disfrutar del ocio, muchas de las actividades necesarias para el desarrollo óptimo de la salud mental y el bienestar volverán a ser offline.

Así pues, la situación actual nos obliga al uso de la tecnología para conectarnos con otras personas y nuestros seres queridos, y se nos brinda la oportunidad de acceder a la información en tiempo real, al tiempo que nos proporciona nuevas formas de entretenimiento. No obstante, la era digital no está exenta de problemas para la salud mental y el bienestar de las personas. Una de ellas es la dependencia de las tecnologías. Algunos de sus síntomas son: nerviosismo, irritabilidad, dolores de cabeza, musculares, angustia, trastorno de sueño, fatiga visual, cansancio mental, que dificulta la comprensión de nueva información, afectando gravemente a la concentración y el rendimiento laboral.

Lo que sabemos es que la realidad que vivimos hoy, cuando el tiempo de responsabilidad está desocupado, el riesgo de caer en dependencias es enorme. Si tenemos en cuenta el confinamiento, el aburrimiento y la incertidumbre, esta realidad provoca la búsqueda de vías escapatorias y de evasión que ayuden a no pensar en los problemas en que nos encontramos. Una situación que no debería evaluarse bajo criterios de normalidad hasta que no se dé la desescalada del confinamiento al que estamos sometidos. Por ello, y mientras dure este estado de alarma, las actividades preventivas giran en torno a recomendaciones para fomentar alternativas offline en el hogar durante el tiempo de ocio.

Uno de los principales recursos para superar las perturbaciones emocionales se dirigen a la búsqueda de un orden, una estructura en el día a día en cuanto a horarios, comidas y tareas, lo cual va a reportar bienestar y salud. Este orden se ha visto alterado ante el Real Decreto 463/2020 por el que se declara el estado de alarma en España, ya que no es posible seguir llevando a cabo nuestro estilo de vida, lo cual es un factor de riesgo para la aparición de adicciones y eleva la probabilidad de aparición de recaídas para las personas que se encontraban en rehabilitación de una adicción, ya que su plan de intervención efectiva pasa por el mantenimiento de una estructura estricta de actividades y tiempo libre, trabajo, actividades sociales, etc., para conseguir que se estabilicen. Un hecho que, justo ahora, es difícil de llevar a cabo, motivo por el cual es muy probable la aparición de recaídas o de sustitución de una adicción por otra.

Entre las pautas preventivas a poner en marcha:

  • Establecer una rutina diferenciadora entre días laborales de lunes a viernes y el fin de semana. Establecer una hora específica de levantarse en días laborables y una higiene personal que pase por asearse y vestirse con ropa cómoda. Evitar ir con el pijama todo el día.

  • En caso de teletrabajo, disponer de una habitación solo para ello y establecer una hora específica para comenzar y concluir como si se fuera al lugar de trabajo, incluyendo horario fijo de comidas y periodos breves de descanso.

  • EVITAR alejarse del contacto offline diario y continuo con las personas con las que convivimos y mantener la comunicación fluida cara a cara necesaria para el desarrollo de técnicas de afrontamiento y resolución de problemas de las situaciones normales de la vida, al tiempo que se proteja de la alienación y el aislamiento.

  • Evitar distraerse mientras se trabaja o estudia, silenciando el móvil y las notificaciones de redes sociales. No tener en cuenta medidas como esta va en menoscabo del rendimiento académico o la productividad laboral, que pueden derivar en pérdida de oportunidades laborales y/o académicas.

  • Durante el trabajo o los estudios se deben planificar descansos que no sean muy largos, para no perder la concentración. Conviene levantarse unos minutos para estirarse, caminar un poco, tomar agua y descansar la vista de las pantallas.

  • Actualizar los equipos frecuentemente, para tener las garantías de que son rápidos y eficaces (esto evitará retrasos). Guardar los trabajos y realizar copias de seguridad para respaldar tu información y tener tranquilidad.

  • Practicar ejercicio al menos 30 minutos al día, para moverse aunque se esté en casa: además de evitar subir de peso, se aliviará la tensión y despejará la mente.

  • Controlar el estrés con meditación, respiración o relajación. Se pueden hacer ejercicios como cerrar los ojos unos segundos, inhalar, exhalar y respirar profundamente. Eso favorece la relajación y ayuda a cambiar la perspectiva de los problemas, así como obtener fuerza y energía para afrontarlos.

  • Buscar alternativas de ocio que no requieran del uso de las tecnologías. Por ejemplo, si se quiere leer un libro o revista, que sea de papel, ver series o películas en televisión, escuchar la información por radio, televisión o prensa escrita (los quioscos están abiertos), tocar algún instrumento musical, hacer limpieza a fondo de alguna parte de la casa, escuchar música, escribir, cuidar plantas, realizar actividades manuales o domésticas, planchar ropa y un largo etcétera de actividades que habitualmente no se realizan por falta de tiempo, pero que pueden llegar a ser un agradable descubrimiento. Es conveniente organizarlas en un horario semanal en el que se incluyan las actividades y obligaciones cotidianas.

  • Gestionar el uso abusivo de las pantallas en menores y jóvenes:

    • Establecer rutinas y horarios

    • Supervisar los contenidos a los que acceden mientras están conectados

    • Impedir que se aíslen en su habitación

    • Fomentar la creatividad priorizando actividades nuevas y juegos de mesa en familia

    • Limitar el uso de videojuegos, sobre todo de los de modalidad multijugador en línea (MMORPG)

    • Limitar el uso de redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp, Telegram u otros

    • Instar al ejercicio físico dentro de casa

    • Compartir las tareas domésticas

    • Orientar sus actividades académicas

    • Disfrutar con las actividades lúdicas desarrolladas en familia

RECUERDA que si vosotros leéis, ellos acabarán leyendo; que si habláis pausado y con calma, lo acabaran imitando; que si ven vuestro esfuerzo, también podéis exigirlo. Sois su modelo a imitar, hay que aprovecharlo porque sus frutos acaba dando.

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