«LAS APUESTAS SON LA HEROÍNA DEL SIGLO XXI»

Fuente: www.xataka.com

«Las apuestas son la heroína del siglo XXI»: así es como las apuestas online han conquistado España
  • La Real Sociedad, único club de la Liga sin una casa de apuestas como patrocinador, consultó a sus socios de forma no vinculante si debía aceptar este tipo de patrocinios: arrasó el «no».
  • Gasto en marketing, margen neto de juego online, número de jugadores… Todos los indicadores del juego están al alza.
  • «El perfil del ludópata ha pasado del cincuentón de las tragaperras a veinteañeros con las apuestas».
  • «Cada vez vienen más menores de edad a los que ni siquiera podemos atender por motivos legales».
  • «A los 17 años ya había gastado 70.000 euros; a los 22 quizás medio millón».
  • «Esperaba una reacción horrible de mi familia cuando les conté el problema, pero aunque se preocuparon mucho, su respuesta fue decirme ‘no te preocupes, vamos a ayudarte'».
  • Las medidas propuestas por el nuevo Ministerio de Consumo son mucho más suaves de las que se planteaban en su campaña electoral.
  • Es un sábado como cualquier otro. A la hora del atardecer, un grupo de seis adolescentes se concentra en la puerta de una casa de apuestas. Hacen cábalas, comentan el estado de los futbolistas que están a punto de empezar el partido. Uno está en racha marcando goles en los tres últimos partidos, el capitán llega in extremis de una lesión. El portero titular está sancionado y el equipo visitante apenas golea fuera de casa. Todo cuenta a la hora de apostar.Los chavales se ufanan de sus últimas apuestas. “Metí diez pavos a que Jaime Mata marcaba y la cuota era de 2”. “Yo estuve a punto de marcar el 0-3 tío, la cuota eran 26 pavos y al final puse 1-2”. A su lado no dejan de entrar otras personas por la puerta, adolescentes y mayores. Algunos salen con el resguardo de una apuesta. Otros se quedan a ver el partido. Esta escena no existía en España hace una década, pero se ha integrado en el paisaje en muy poco tiempo.

    Que el fútbol sea el telón de fondo habitual en el mundo de las apuestas online no es casual y obedece a un camino que lleva en marcha tres lustros. En 2004, el Betis se convirtió en el primer equipo de la Primera División española de fútbol en llevar en su camiseta a una casa de apuestas como patrocinadora, Globet. Algo que no suscitó ningún tipo de polémica ni debate entre la masa social del club, según nos cuenta el periodista deportivo Pepe Elías, encargado de cubrir al equipo bético en Mundo Deportivo.

    Desde aquello, cada vez más clubes de fútbol fueron apuntándose a estos patrocinios en su zamarra, y todas las temporadas salvo la 13/14 y la 14/15 han tenido al menos a un club con uno de estos operadores en sus equipaciones.

    Más allá de las equipaciones, también se ha popularizado el patrocinio de estas casas de apuestas y casinos online a los equipos de fútbol sin necesidad de llevar su logo en la camiseta, “únicamente” en algunas zonas del estadio, la página web, la aplicación oficial del club y otros emplazamientos con fines promocionales.

    En la última temporada completa, la 18/19, este tipo de patrocinio se dio en diecinueve de los veinte clubes de la Liga Santander. Un 95%. El único que se salió de esta nueva norma fue la Real Sociedad, que si bien nunca ha tenido en su equipación un patrocinio de este tipo, sí lo tuvo a nivel de club: Kirolbet, un operador de juego vasco que actualmente sigue patrocinando a otros clubes deportivos.

    La Real Sociedad también dio un paso inédito en este sentido: en diciembre de 2018 convocó a sus socios a una consulta en la que votaban sobre si el club debía o no aceptar futuros patrocinios por parte de este tipo de empresas. El “no” arrasó con el 85% de los votos, sin embargo desde el departamento de comunicación del club donostiarra se nos comentó que era una propuesta “que todavía estaban valorando internamente”. Es decir, que no era vinculante. A fecha de febrero de 2020, en la lista de patrocinadores del club donostiarra sigue sin figurar ninguna empresa relacionada directamente con el juego, aunque en noviembre de 2019 firmó un patrocinio con GoodBall, una empresa que si bien no opera como casa de apuestas, sí provee de cierta información sobre cuotas. Poco después de la firma, esta plataforma de información deportiva negó tener relación con el mundo de las apuestas.

    Distintos peñistas del club, así como portavoces de colectivo de peñas, han declinado nuestra solicitud de participar en este reportaje, en algún caso argumentando que la directiva aún se encuentra dividida ante esta situación y prefieren “no dar un paso en falso”.

    Sin grabadora ni cámara delante, y bajo la condición de que no se hagan públicos sus nombres, algunos de estos peñistas admiten haber votado la opción ganadora y esperan que el club actúe en consonancia.

    “No queremos que el juego se siga normalizando, hemos llegado a unos niveles donde el juego se vive con mucha agresividad para captar nuevos jugadores, donde los chavales muy jóvenes lo ven como una forma de pasárselo bien y ganar dinero, y eso termina en ludopatía”, explica uno de ellos con un discurso altamente similar al del resto.

    ¿Normalizan el juego los patrocinios de estrellas del deporte? Bayta Díaz, psicóloga experta en ludopatía con quince años de experiencia en la fundación APAL, considera que sí:

    «La publicidad funciona para normalizar, para que algo se haga universal… Es el objetivo. Si además usan figuras de referencia que son héroes para los chavales, como jugadores de fútbol o tenis, o referencias sociales, como actores o personajes del corazón, que también son referencia para otro tipo de población…

    Es como cuando un actor publicita una colonia, se pretende trasladar su aura de éxito a quien la compre. Con el juego es igual, solo que la colonia no es adictiva, el juego sí. Es un producto que engancha y acaba generando problemas, y así lo estamos viendo, hay un aumento de casos [de ludopatía] brutal».

    Es algo similar a la que opina el publicista Chiqui Palomares: «La publicidad también forma parte de la sociedad y es un medio que conforma su opinión. Si en los anuncios de coches dices que la velocidad es buena, la gente tiende a verlo como algo positivo», algo que también puede acabar sucediendo con los operadores de juego.

    Chiqui no cree que la sociedad tenga una percepción negativa de este tipo de negocio. «Estamos en un mundo en el que no hay mala imagen de las casas de apuestas, más allá de casos concretos, de algún anuncio que es más agresivo y estridente. En general se considera que es un juego inocente en el que lo puedes pasar bien, y la publicidad habla de eso».

    Objetivo: jóvenes

    Precisamente son los más jóvenes los que más crecen en las estadísticas de jugadores anuales. Y lo hacen, sobre todo, en el campo de las apuestas deportivas, el sector que más ha capitalizado el crecimiento del juego en los últimos años junto a los casinos, offline u online.

    Bingo y póker, por contra, han bajado su relevancia dentro del juego. El póker, tras el boom de principios de década. El bingo, como tendencia enquistada desde que estalló la crisis. En total, casi un millón y medio de jugadores, según los registros de la Dirección General de Ordenación del Juego, en un país de cuarenta y seis millones.

    Este auge de las apuestas deportivas tiene mucho que ver con las apuestas online, un negocio que nunca cierra, para el que no hace falta salir de casa -ni tan siquiera cambiar de planes, puesto que está en nuestro teléfono- y para el que no hay tabúes: si jugar en un espacio público pudiese llegar a ser algo que avergonzase, con las apps de las casas de apuestas nadie tiene que hacer frente a ese rubor. No obstante, también tiene que ver mucho con su opuesto: las casas de apuestas físicas.

    Aunque dependen de legislaciones autónomicas, algunos casos son muy similares. Madrileños y valencianos, por dar dos ejemplos, vieron cómo los casinos tenían que ubicarse a un número determinado de kilómetros de los centros urbanos cuando el juego volvió a regularse en los años ochenta, con el casino de Torrelodones y el de Monte Picayo (en Puçol) respectivamente.

    Hoy, esos centros urbanos, como los de toda España, están poblados por salones de juego donde se juntan ruletas, máquinas de premio (A.K.A. “tragaperras”) y quioscos electrónicos para las apuestas deportivas.

    Se benefician de las reformas legales que han ido haciendo más concesiones a la industria del juego y que han derivado en una estampa que se repite por todo el territorio nacional: casas de apuestas y pequeños casinos electrónicos conquistando bajos comerciales. Unas reformas que nos explica Joaquín Muñoz, abogado de Ontier especializado en nuevas tecnologías:

    «Hasta la irrupción del juego por Internet las competencias eran autonómicas, solo se permitía el juego de forma presencial en locales habilitados. Depende de la autonomía, pero algunas exigencias eran sobre que debían ser centros cuya actividad no se viera desde la calle, o que estuvieran a una distancia mínima de los centros poblacionales… Por eso los casinos estaban en las afueras de pueblos cercanos a grandes ciudades».

    Las sucesivas modificaciones legales por parte de distintas autonomías permitieron ir abriendo nuevos salones de juego en el centro de las ciudades, algo que ha cambiado el panorama de los barrios y que también tiene implicaciones en la facilidad de acceso al juego, que ya se encuentra a pie de calle.

    La primera casa de apuestas física en España fue abierta en Madrid, en el año 2008. Fue ‘Victoria’, propiedad de la británica William Hill y la española Codere, especializada hasta entonces en las máquinas de premio. Se ubicó junto al bingo Canoe, en el centro de la capital española. Fue el preludio de todo lo que ha ido llegando en la década posterior que llega hasta hoy.

    “Aquello fue muy divertido”, dice Ángel Calderón, Director de Operaciones en Europa de Codere, uno de los principales operadores de juego. “Nos preguntábamos si la gente que normalmente jugaba a la quiniela entraría a nuestro local a apostar. El sector de las apuestas aquí era muy nuevo, nadie sabíamos realmente cómo funcionaba aquello. La primera apuesta que hizo alguien allí fue para la final de Copa del Rey Valencia-Getafe. A partir de ahí la evolución ha sido sobre todo hacia cada vez más tipos de apuestas distintas, porque al principio era al ganador o al empate y poco más. Y ya no solo apuestas pre-partido, sino durante el partido”.

    Ese boom de apuestas en vivo, de las que se juegan durante un partido, como quién marcará el próximo gol, cuántos córners se pitarán en la segunda parte o con qué resultado se llegará al descanso, son parte de la explicación de cómo se han transformado las apuestas.

    Los partidos ya no son el destino, la comprobación durante noventa minutos de si hemos ganado o no. Son un proceso de apuesta continuada. «Ahora ya puedes apostar en cualquier momento y lugar desde el móvil, y también vas a tener siempre el local para ir a cobrar, como apoyo o para ir a jugar con tus amigos», dice Ángel.

    Este mismo portavoz nos confirma que la edad media del jugador ha ido descendiendo: «En un principio nuestro cliente era el que ya estaba en los salones de juego, entre los 40 y los 45 años. Una década después, el perfil ya ha bajado a entre 25 y 35 años».

    De la web a la app pasando por la ley de 2011

    El juego online llegó a España en la década de los 2000, con las casas de apuestas y casinos online ganando popularidad año tras año y con el punto de inflexión de la Ley del Regulación del Juego de 2011, que llegó como respuesta a estos nuevos nuevos operadores que cambiaron por completo la forma de jugar.

    Hasta entonces, estos operadores tributaban los ingresos obtenidos en España en países como Malta o Luxemburgo, donde habían logrado licencias por tratarse de naciones que regularon esta actividad de forma temprana. El gobierno español de Zapatero hizo esta reforma para que cualquier empresa de juegos de azar y apuestas deportivas que operara en España tuviera que tributar también en España, y acogerse a su legislación. Pasaron de los dominios .com a .es.

    Aquella reforma terminó de regular un negocio en auge para el que no estaba preparada la legislación anterior. Y con ella llegó el definitivo estallido del negocio, que abandonó la incertidumbre e incluso dio el salto del online al establecimiento físico, aumentando año tras año el número de jugadores españoles -contando los de juegos de azar y apuestas, pero no los de ONCE ni Loterías y Apuestas del Estado-. Los datos comienzan en 2013 por ser el primer año completo desde que entró en vigor la ley y su prórroga posterior.

    Este auge no se entiende sin fortísimas inversiones de marketing, que prácticamente se han triplicado entre 2013 y 2018: pasaron de 112 a 329 millones de euros, un aumento en proporción a la cantidad de publicidad de distintos tipos que vemos de estas compañías. Las cifras de 2019 todavía no están disponibles, ya que se harán públicas en las próximas semanas.

    El margen neto de juego es el dinero ganado por los operadores de juego online descontando los premios entregados a los ganadores. No es lo mismo que el beneficio, puesto que al margen neto de juego falta restarle los costes operativos de cada empresa. En el caso del sector en España, esta cantidad ha crecido más de un 300% en cinco años. Casualmente, al mismo ritmo que la inversión en marketing.

    Conquistando los barrios obreros

    En los últimos años se ha instalado la percepción de que estos establecimientos tienen mayor prevalencia en barrios y distritos con rentas bajas, mientras que los de rentas altas apenas están viviendo este boom de aperturas.

    El de Madrid es el único ayuntamiento español con un portal de datos abiertos lo suficientemente completo y codificado como para poder corroborarlo, y en su caso, la percepción se cumple: los barrios con menores niveles de renta, como Usera -4.992 habitantes por casa de apuestas-, Tetuán -4.660- o Carabanchel -6.595- tienen una densidad mucho mayor de salones de juego por habitante que los de rentas superiores, como Fuencarral – El Pardo -21.705-, Hortaleza -25.780- o Retiro -16.931-.

    Pese a que el número de salones de juego, número de jugadores y cantidades jugadas se ha disparado en los últimos años, el número de empleados de este sector no ha tenido la misma evolución. De hecho, tras sufrir una caída en el último lustro volvió a rozar los niveles previos, aunque sin alcanzarlos siquiera.

    Una paradoja que se explica de forma simple: el juego, como otros sectores, también ha sufrido una fuerte digitalización, lo cual dispara el margen de juego online. Además, los locales que antes solo albergaban un bingo ahora se han abierto a otros modelos, como la ruleta o las máquinas de premio.

    Además, las figuras tradicionales de los crupiers de los casinos se han reducido al mínimo en la mayoría de negocios: en la era de las pantallas táctiles y el big data, la mayoría de jugadores no necesitan para jugar más que un panel luminoso con botones por software.

    Un cambio de paradigma que ha llevado a que la industria de los juegos de azar -descontado ONCE y Loterías y Apuestas del Estado- tuviese un volumen de negocio en 2017 de más de 21.000 millones de euros. Una cantidad muy superior a la de otras industrias en España como la musical, la del alcohol o la del tabaco, y casi al nivel de lo que facturan Telefónica, Orange y Vodafone combinadas.

    “He visto cómo los ludópatas que vienen a rehabilitarse han pasado de ser los cincuentones de las tragaperras a chavales que no tienen ni veinte años, a veces ni dieciocho, adictos a las apuestas deportivas”. Esta frase es de Julián Mompradé, que de ludopatía sabe mucho: cayó en esta adicción durante su juventud y convivió con ella hasta los 63 años. Hoy, diez años después, está rehabilitado y ayuda a otros ludópatas a combatir su dependencia del juego en la asociación Vida Sin Juego, de Madrid.

    Vivir toda la edad adulta como ludópata era algo que podía ser relativamente frecuente en otra época, pero no en la del juego 24/7, desde la palma de nuestra mano y con cantidades y cadencias muchísimo mayores.

    “Antes el ritmo al que se podía jugar era limitado, lo marcaban los tiempos de una tragaperras o un bingo. Ahora puedes apostar a un solo partido dinero prácticamente ilimitado, todo lo que tengas, y perderlo en unos pocos minutos”, explica Bayta.

    “Cuando alguien empieza una terapia casi nunca empieza por gusto, por iniciativa propia. El 99% vienen obligados por la familia. Y lo hacen porque hay un problema económico latente, pero fuera del dinero no suelen considerar que tengan un problema con el juego”, explica Julián. Eso va cambiando conforme avanzan las sesiones, y lo habitual es que el adicto termine reconociendo el problema.

    Así explica que cada vez haya más casos de ludópatas que no solo son cada vez más jóvenes, sino que comienzan una terapia como adictos cuando ha pasado cada vez menos tiempo desde que empezaron a jugar. «Vienen incluso menores de edad, que por ley no pueden jugar. Y nosotros no podemos atenderles hasta que sean mayores de edad. Adolescentes llegan cada vez más, o chavales de dieciocho, diecinueve, veinte años», apunta Julián.

    Nos habla también de que mayoritariamente llegan por engancharse a las apuestas o a la ruleta, aunque también hay casos en que la familia les lleva por haber desembolsado fortísimas cantidades de dinero en loot boxes de vídeojuegos con el modo FUT de FIFA como protagonista.

    Sobre la presencia de menores en salones de juego o que directamente apuestan online nos habla Joaquín, el abogado. «Por supuesto, su presencia es ilegal, y es el deber de cada operador de juego asegurarse de que ningún menor usa su plataforma». Algo que, según comprobó un estudio de la OCU, no siempre se realiza: son numerosas las casas de apuestas que no piden el carné de identidad a sus clientes, ni cuando entran en el local ni cuando juegan.

    Esto tiene otra vertiente: la identificación es obligatoria, incluso a personas que claramente no son menores de edad, para verificar si están en la lista de autoprohibidosun listado en el que se registran voluntariamente las personas que no quieren que les dejen entrar en este tipo de locales. Una medida a menudo tomada cuando se tienen problemas con el juego.

    Esos dos cambios en las consultas, el rejuvenecimiento del ludópata promedio y su llegada a terapia en menos tiempo que antes, los simboliza bien Santiago Caamaño, coruñés de 25 años que comenzó a jugar a los 14 utilizando la identidad de su madre. “Empecé con el póker online, cuando tenía 17 años ya me había gastado 70.000 euros sumando lo que puse yo más lo que había invertido de las ganancias, lo acabé perdiendo todo”.

    Del póker pasó a la ruleta, a las apuestas deportivas, a las tragaperras, incluso a la hípica. “Apostaba a lo que fuera, me pasaba el día obsesionado con jugar. El primer año de universidad fui a clase no más de cinco días en todo el curso. Yo solo quería seguir jugando”, rememora Santiago.

    Él representa ese perfil reciente de jugador joven, que empieza a jugar siendo menor de edad y termina contrayendo una enorme deuda, motivo por el que termina confesando su adicción a la familia y empezando una terapia de rehabilitación. “Durante años me inventaba gastos de la universidad para que mi familia me diese dinero. Hasta mis abuelos. Yo lo jugaba todo, llegué a ganar 13.000 euros en un día, a la media hora los perdí. Podría haber ganado un millón de euros, los hubiese vuelto a jugar y los hubiese acabado perdiendo». Cuando le preguntamos a cuánto pudo ascender el total de dinero perdido, hace cálculos y responde: «No puedo calcularlo bien y creo que preferiría no saberlo, pero fácilmente podría llegar a medio millón de euros».

    El asunto estalló cuando se endeudó por varios miles de euros, trató de camuflarlo con el director de su sucursal bancaria y finalmente tuvo que hacer frente a un descubierto sin recursos suficientes. Tuvo que contárselo a su familia. «Me esperaba una reacción horrible, y no fue agradable, hubo mucha preocupación, pero su actitud fue de ayuda, me dijeron que de la deuda se encargarían ellos y que me iba a rehabilitar».

    Aquello fue a los 22 años. Tres años y dos recaídas después, Santiago cuenta su historia sin filtros, sin avergonzarse. “Ahora me encanta hablar del tema, me refuerza y además quiero que nadie caiga en lo mismo que yo. Hasta doy charlas en institutos”. Ha vuelto a la universidad y cursa primer curso de Psicología. Su aspiración es terminar dedicándose profesionalmente a tratar adicciones como la suya.

    «Imagina que ahora está leyendo tu testimonio un chaval al que le gusta apostar o jugar en el casino, él piensa que eso no le va a pasar porque controla el juego y no se va a convertir en algo problemático. ¿Qué le dirías?», preguntamos a Santiago. «Le diría que yo también fui ese chaval, yo también creí que estaba jugando sin problema alguno, que sabía parar a tiempo. Es lo que todos creemos. Pero no es así, el juego te atrapa sin que te des cuenta. No digo que todo el que juega sea ludópata, pero la única manera de contraer esta enfermedad es empezando a jugar».

    Las apuestas deportivas, el juego que acaparó la última fase de Santiago como jugador, son la modalidad que más ha crecido en los últimos años en las personas con un cuadro clínico de adicción al juego. Las máquinas tragaperras siguen siendo las reinas en este sentido, pero las apuestas han crecido con fuerza sobre todo en la población más joven que acaba desarrollando un problema de ludopatía.

    Este paso de las tragaperras a las apuestas también se entiende con lo que explicaban Bayta y Julián sobre la bajada de la latencia en jugadores que presentan un cuadro clínico de adicción al juego: con las apuestas es más fácil llegar a perder cantidades de dinero que acarreen problemas financieros graves, el detonante habitual que supone el paso a una terapia de rehabilitación.

    Voces contra el juego

    Pese a lo dramático del caso de Santiago, Bayta explica que no es necesario llegar a la ludopatía diagnosticada para considerar que existe un problema con el juego. “Es lo mismo que con el alcohol: no hace falta que alguien esté borracho todos los días a las diez de la mañana para considerar que tiene un problema con el alcohol. Si es incapaz de divertirse sin beber, o comete excesos recurrentes cuando lo consume, como disparar su agresividad o estar demasiado desinhibido; u otro tipo de conductas… Con el juego es igual: si alguien llega al punto de no disfrutar eventos deportivos si no hay apuestas de por medio, o es incapaz de no jugar y estar pendiente de sus apuestas, posiblemente haya un problema”.

    En medio de esta situación, han surgido algunas voces en contra del juego. Las que claman por la toma de medidas desde las administraciones que frenen su avance, por considerar que es nocivo y que, si bien nadie exige su prohibición, sí hay quien pide disposiciones que le hagan recular.

    Una de esas voces es la de José Manuel Barbé, concejal del ayuntamiento de Leganés (Madrid). Leganés es una ciudad mediana (188.000 habitantes), con una renta al nivel de las de distritos madrileños como Usera o Carabanchel, con una cantidad elevada de jóvenes en sus calles por la presencia de un campus de la Universidad Carlos III y con su equipo de fútbol en Primera División luciendo el logo de una casa de apuestas en su pecho. Según él, «un caldo de cultivo perfecto para el avance del juego».

    «Desde mi grupo llevamos algunas medidas al pleno del Ayuntamiento, y en principio la respuesta fue positiva, la mayoría de grupos estaban por la labor de aprobarlas». En algún punto fue rebatido argumentando que estaba tratando de terminar con entidades como la ONCE. «No era así. No tiene comparación a dónde van los beneficios de la ONCE, que es a ayudar a personas con discapacidad visual, o los de Loterías y Apuestas del Estado, que llegan a los Presupuestos Generales del Estado».

    «No queremos que se prohíba el juego, queremos que se tomen medidas como una distancia mínima entre centros escolares y salones de juego, o que las instalaciones y entidades deportivas municipales no puedan ser patrocinadas por este tipo de empresas, porque conducen a algo muy tóxico y dañino. En su momento ocurrió lo mismo con marcas de bebidas alcohólicas, a las que se pusieron restricciones publicitarias, y no ha pasado nada, los equipos deportivos siguen y estas empresas también».

    En esta línea hemos visto algunas medidas recientes, como el veto de Telemadrid a operadores de juegos de azar en sus anuncios publicitarios. La televisión pública valenciana también restringe en su libro de estilo la emisión de anuncios «que puedan inducir a la ludopatía».

    Otra voz discordante es la de Antonio Ortiz, presidente de la Asociación de Vecinos de Tetuán y Cuatro Caminos, un distrito madrileño con una de las mayores densidades de salones de juego por habitantes. Desde su posición reconoce el hartazgo y la preocupación del barrio por la proliferación de estos negocios.

    “En este mismo barrio, en los años ochenta, vimos una generación destruida por la heroína, que al principio se pensaban que era como tomar cubalibres y luego resultó devastadora. Vimos muertos, vimos afectados de por vida, vimos más delincuencia. Ahora estamos viendo algo parecido, las apuestas son la heroína del siglo XXI, es menos evidente a la vista pero que también creemos que puede ser muy perjudicial. No queremos que esto se repita”.

    Un paseo matutino con él por el barrio nos sirve para entender a qué se refiere. Aparte de esa gran proliferación, vemos algo revelador: tres chavales con todo el aspecto de menores de edad salen de un instituto y, por su misma acera, caminan hasta una casa de apuestas en la que entran sin que nadie les expulse o les pida verificar su edad con el DNI.

    “Esto es el pan de cada día. Los adolescentes y jóvenes de aquí lo ven como algo normal y divertido, pero esto no puede ser normal. Estamos cultivando una generación de ludópatas, lo mínimo que pedimos es que prohíban que se abran casas de apuestas a una distancia mínima de los colegios. Qué menos”.

    Sobre menores también nos hablan Santiago y Bayta. Ambos reciben llamadas por parte de institutos para que den charlas de prevención contra el juego. «Los profesores me cuentan que está normalizado entre los chavales hablar de cuotas de partidos, de qué apuesta hicieron el fin de semana», dice Santiago. «Nos llaman de institutos, y en los institutos lo que hay es menores de edad. Nos piden que demos charlas de prevención porque no se están haciendo».

    La solicitud de la asociación que preside Antonio, que ha convocado varias manifestaciones en torno a ella, no es un caso aislado. La Comunidad Valenciana ha asegurado estar trabajando en medidas como marcar distancias de entre 250 y 4.000 metros de los colegios a los salones de juego, en función del tipo de sala. Extremadura ya aprobó una medida similar, con 300 metros de separación mínima, aunque sin carácter retroactivo.

    En Tetuán se han sucedido las manifestaciones y concentraciones durante los últimos meses con este propósito. De momento, sin éxito. Para Bayta, la solicitud de este grupo vecinal está en consonancia con lo que revelan estudios sobre la ludopatía a largo plazo. “Si todo sigue tal y como está hoy, con esta impunidad, en diez o quince años podremos ver una generación que tiene la autoestima por los suelos fruto de un problema con el juego. También que ha tenido problemas económicos, como créditos que les puede llevar años pagar; o incluso legales si han tenido problemas en sus puestos de trabajo derivados del juego”.

    El Gobierno de España que preside Pedro Sánchez prometió en su campaña electoral combatir el avance del juego. Unidas Podemos, parte del gobierno de coalición, prometía en su programa electoral «acabar con las casas de apuestas online y presenciales» por ser un fenómeno «más cercano a la depredación que al entretenimiento». Alberto Garzón, miembro de este partido y nuevo Ministro de Consumo, retrocedió notablemente al anunciar sus primeras medidas respecto al juego: el ministro, quien llegó a tildar al auge de las apuestas como «un problema de salud pública», contempla limitar los bonos de bienvenida a un máximo de 100 euros, así como permitir la publicidad de los operadores de juego en partidos de máxima audiencia, a partir de las 20:00 h, como excepción a la norma general que la acota a la madrugada, entre la 1:00 h y las 5:00 h.

    Otras medidas propuestas giran en torno a la restricción del lenguaje publicitario: las casas de apuestas no podrán usar cuñas muy agresivas («¡Apuesta, apuesta, apuesta!») ni hablar de ideales morales como el «éxito» en sus claims. Tampoco podrán utilizar figuras públicas o personajes famosos, como los mencionados Carlos Sobera o José Coronado, para protagonizar sus anuncios. Por otro lado, los clubes no podrán usar marcas de este sector en su nombre ni el de sus estadios, y si una de ellas patrocina su camiseta, no podrá aparecer su logo en las camisetas del club que se vendan en tallas de niños.

    Todas estas medidas, en cualquier caso, afectan a las casas de apuestas online, ya que las físicas son competencia de las Comunidades Autónomas. Desde Consumo se ha argumentado que «la regulación debe avanzar de forma paulatina» para excusar la distancia entre el discurso urgente y dramático de la campaña electoral y las primeras medidas propuestas.

    La psicóloga tiene una pregunta final: ¿por qué las campañas de concienciación contra alcohol, tabaco o drogas salen del Ministerio de Sanidad, pero contra la ludopatía no? Estas campañas dependen de la Dirección de Ordenación del Juego, a su vez dependiente del Ministerio de Hacienda, quien al fin y al cabo es quien recauda los impuestos que salen del juego. «Luego ves campañas como Juego Responsable, o Jugar Bien. Si el Juego Responsable es para prevenir la ludopatía, una enfermedad reconocida por la OMS y por la Asociación Psiquiátrica Americana, ¿por qué no lo está llevando Sanidad?».

 

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