«NO ES ADICTO QUIEN QUIERE, SINO QUIEN PUEDE»

Fuente: www.diariopalentino.es. A. Benito.

Para el doctor Bermúdez, psiquiatra en el Centro Asistencial San Juan de Dios, además de desculpabilizar a las personas adictas al juego, es fundamental regular la publicidad, así como implementar el control urbanístico y aplicar ciertas leyes.

Uno de los principales objetivos del ministro de Consumo, Alberto Garzón, es actualizar la ley del juego, así como regular la publicidad de los juegos de azar y las casas de apuestas online. Entre las medidas que plantea el Ejecutivo nacional, están la publicidad sin famosos, con horarios limitados a partir de las 20 horas y una especial protección al menor. Al hilo de la actualidad, Diario Palentino entrevista a Enrique Bermúdez, psiquiatra en el Centro Asistencial San Juan de Dios de Palencia, sobre esta y otras adicciones.

¿Cuál es el perfil de los usuarios del Centro Asistencial San Juan de Dios?
Es muy heterogéneo. No hay un solo perfil de paciente, aunque sí que es verdad que la mayoría tiene trastorno mental grave y prolongado, una categoría que engloba muchos diagnósticos diferentes. La cuestión es que estas enfermedades son gravemente incapacitantes para que el paciente se mantenga autónomamente en régimen comunitario, aunque ese es el objetivo, dado que la gente viene aquí para recibir tratamiento integral, rehabilitarse y volver a su entorno de procedencia.

¿Qué patologías son las más difíciles de tratar?
No tengo respuesta para esa pregunta. Las patologías tienen espectros de gravedad, es decir, no hablamos de la enfermedad, sino del enfermo. Aquí somos especialistas en personas y las personas pueden tener esquizofrenia, trastornos de personalidad, bipolares, adictivos… Dicho de otro modo, ¿qué es lo más difícil de tratar? Lo más gravemente incapacitante, independientemente de la etiqueta o el diagnóstico que se le ponga.

¿Qué estigmas hay en torno a este tipo de trastornos?
Hay un estigma que, en un momento dado, puede ser doble: el propio de padecer una enfermedad mental y el de las adicciones. Tenemos casos de patología dual, es decir, pacientes que presentan tanto un transtorno mental como uno adictivo. Sin embargo, este último es también una enfermedad del cerebro. La cuestión es que la gente confunde el trastorno adictivo con el vicio. Antes se tenía la concepción de que los trastornos adictivos eran un fallo voluntario del carácter que obedecía a causas exclusivamente sociales y cuya única intervención posible era actuar médicamente sobre sus consecuencias. Ahora sabemos que se trata de enfermedades mentales que cursan en sujetos vulnerables. Es decir, no es adicto quien quiere, sino quien puede. Las personas que no tienen factores de vulnerabilidad, pueden tener determinadas conductas o pueden hacer uso de determinadas sustancias sin que eso desencadene una adicción o un comportamiento adictivo. También sabemos que el abordaje de las adicciones es médico, psicológico y psicosocial. Y, precisamente porque todos estos condicionantes, muchos sociales, influyen en el desarrollo y el establecimientos de las adicciones, el primer paso para romper el estigma es desculpabilizar al jugador.

¿Qué papel juega la propia genética y cuál el entorno en el desarrollo de esta clase de enfermedades?
Dos personas vulnerables pueden expresar la misma enfermedad en distinto grado. ¿Cómo es eso posible? Por un lado, hay una vulnerabilidad o una dotación genética que puede predisponer, aunque no condenar, al desarrollo de las adicciones. Por otro, hay una serie de determinantes sociales y de lectura de estímulos ambientales que no son decisión de la persona adicta y que pueden influir en el inicio, desarrollo, mantenimiento y recaída de los transtornos adictivos.

Y el factor edad, ¿hasta qué punto influye?
Las personas más jóvenes son más vulnerables porque su cerebro se encuentra en maduración, al menos, hasta los 21 años. Por lo tanto, el efecto de ciertas sustancias en población infanto-juvenil es más deletéreo que en personas con un cerebro ya maduro. Otro factor que interviene es la socialización. Los medios de comunicación, la televisión e Internet, juegan un papel importante en ese proceso y, por lo tanto, pueden condicionar también el inicio y desarrollo de trastornos adictivos.
Profundicemos en esas influencias
No quiero demonizar la tecnología, porque no es mala en sí misma, pero considero que es importante vigilar o supervisar la dotación tecnológica de las personas más jóvenes. No me refiero solo a los juegos de azar, apuestas o gastos por Internet, sino también a los que pueden predisponer al desarrollo de comportamientos adictivos.
Ahora mismo, el debate gira en torno a la adicción promovida por algoritmos. Hemos pasado de un paradigma en el que era la industria del juego la responsable de velar por que sus productos se usaran correctamente, a depositar esa responsabilidad en los usuarios y sus vulnerabilidades. Parece una involución y por eso creo que es importante evitar que la industria del juego malentienda los avances en neurociencia.

¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación y las instituciones públicas en ese asunto?
Ya hemos hablado de desculpabilizar a las personas adictas al juego, pero hay otros tres abordajes fundamentales. El primero es regular la publicidad. Últimamente, se habla de controlar el horario, que sería una medida cuantitativa y beneficiosa, pero también convendría realizar cambios a nivel cualitativo.
En la actualidad, el mensaje es que el juego es una actividad con la que se puede ganar dinero rápidamente, mediante la que uno se puede profesionalizar y con la que se puede lograr la autonomía económica. Por otro lado, cada vez hacen falta menos clicks para jugar, de tal forma que se ha facilitado la impulsividad en el uso. También hay simultaneidad entre el deporte y la apuesta, los datos bancarios están almacenados en el móvil… El resultado de toda esta cadena es una toma de decisiones rápida y poco planificada.
Junto a la regulación de la publicidad, habría que implementar el control urbanístico para evitar la proliferación de casas de apuestas. Y, finalmente, bastaría con aplicar la Ley de Protección del Menor y prevención de adicciones, tanto en el juego presencial como online.

Por lo tanto, ¿es el juego uno de los trastornos adictivos más comunes en la actualidad?
De los más comunes, sí. Sin embargo, es importante aclarar que lo que está aumentando es el juego en sí. Esto no significa que el juego patológico esté creciendo, es decir, no todos los que juegan lo hacen problemáticamente, ni todos los que juegan desarrollan luego un trastorno adictivo. Insisto, está aumentando la actividad, y en el caso de las chicas el uso compulsivo de Internet.
Un factor interesante que puede ayudar en la prevención y detección precoz de este tipo de enfermedades es que entre los que juegan problemáticamente son más frecuentes los síntomas de ansiedad, la depresión y los consumos intensivos de alcohol y tabaco. Antes hablábamos de la patología dual y, como decía, un paciente no es una etiqueta, ni un nombre, ni un trastorno, sino que muchas veces es la combinación de distintos problemas que no se pueden abordar separadamente.
El juego en la población joven está considerado una forma de ocio normal, un gasto como otro cualquiera. Lo que en un principio empieza siendo una cuestión grupal, puede terminar siendo una adicción en solitario en la que la diversión desaparece. El problema es que el juego se combina con el alcohol y este está relacionado con el aumento de la actividad porque en las casas de apuestas se puede consumir alcohol. Y esto no lo digo yo, sino los jóvenes cuando son encuestados.

Otro factor importante en el desarrollo de adicciones es la soledad
Efectivamente, la soledad es un factor que condiciona el estado actual, el tratamiento y el pronóstico. En el caso del juego, en particular, se puede jugar al menos por tres razones diferentes: búsqueda de sensaciones positivas, causas sociales y/o mitigar estados emocionales negativos. Es decir, no todo el mundo juega por el mismo motivo, hay personas que tienen varios motivos e incluso hay quienes en un momento de su vida juegan por un motivo y en otro momento diferente por otro.
Concretamente, los que juegan por evitar estados emocionales negativos, son los que pueden presentar sentimientos de soledad, minusvalía o abandono. ¿Cuál es el correlato de todo esto? Estamos hablando de motivos para el inicio de la actividad, pero sabemos que los más gravemente afectados son personas que o están solteras o están separadas o están viudas o viven solas.

¿Hay diferencias por sexos en la tipología de las adicciones?
Entre las mujeres más jóvenes está aumentando particularmente el uso compulsivo de Internet, una actitud que también es más común entre aquellas de edad avanzada que son solteras, viudas, divorciadas o viven solas.
Cambiando de tema, ¿qué correlación hay entre la depresión y los actuales estilos de vida?
Es un factor más, pero no sería más importante que el resto. ¿Cuándo es importante el estrés? Cuando afecta a personas vulnerables, o lo que es lo mismo, cuando una persona trata de mitigar estados emocionales negativos afrontando situaciones de estrés a través de comportamientos adictivos.
También hay una correlación entre el estrés, la ansiedad y la depresión, pero lo cierto es que ni el estrés nos afecta a todos por igual, ni toda ansiedad es patológica.  El problema aparece cuando la ansiedad entraña un malestar significativo o una disfunción sociolaboral acompañante, dos síntomas que pueden predisponer a trastornos afectivos, depresivos o adaptativos.

Como decía usted anteriormente, lo más importante es lograr la reinserción social de los pacientes
El objetivo aquí es cumplir las expectativas del paciente. Las personas para satisfacer esas expectativas tienen necesidades y encuentran obstáculos, y en eso es en lo que nos centramos nosotros.
¿En qué se ha centrado la evolución de la atención?
La psiquiatría evoluciona rápidamente y en muchos ámbitos. En el Centro Asistencial San Juan de Dios, profesionales en diferentes disciplinas que trabajamos de manera coordinada aplicamos un tratamiento integral biológico, psicológico y social. Es decir, aquí el mismo paciente tiene asignados diferentes especialistas. El tratamiento, y esto es muy importante, es individualizado. No hay dos tratamientos iguales, sino que cada uno está centrado en las necesidades de cada persona. En algunos pacientes es más importante la psicoterapia, para otros la polifarmacia, los hay que requieren mayores intervenciones en el entorno social… La cuestión es actuar en función de la situación puntual del paciente y de manera dinámica.

¿Qué papel juegan los fármacos en el tratamiento de las enfermedades mentales?
No hay pastillas mágicas. Si las hubiera yo mismo me tomaría una cada mañana. Sin embargo, es otro componente de los tratamientos. En muchos pacientes, no es el más importante; en otros, tiene un protagonismo más relevante, es más necesario. También un mismo paciente, en distintas etapas de su vida, puede requerir mayor o menor cantidad de fármacos.
Por otro lado, lo que tiene que quedar claro es que los tratamientos farmacológicos no tienen por qué ser para siempre. Tanto la introducción como la retirada de fármacos tiene que estar monitorizada y supervisada por profesionales entrenados en ello y con experiencia suficiente. Del mismo modo, hay enfermedades que están cronificadas o que son refractarias y que sí pueden hacer recomendable un tratamiento de manera indefinida o continuada. Esto también ocurre con otras enfermedades como las de tipo neurológico, cardiovascular o endocrinológicos. La psiquiatría es una rama más de la medicina y, en este sentido, compartimos ese aspecto.

¿Cuáles son los retos de la psiquiatría para estos próximos años?
Es mal siglo para ser adicto, pero lo cierto es que cada vez disponemos de más información sociodemográfica y de un mayor número de perfiles clínicos. Por lo tanto, creo que el reto de nuestro tiempo está en completar la producción de esa información, analizarla y utilizarla para influir positivamente en la salud de la población.
En este sentido, el siguiente paso es integrar las intervenciones médicas en las políticas de prevención y de planificación sanitaria, porque como todos sabemos, la mejor medicina es la preventiva.

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