Adicción, pobreza y género.

Fuente: lasdrogas.info. Ana Campaña Martínez.

Adicción, pobreza y género. Vidas en riesgo y barreras de las mujeres de poblaciones ocultas drogodependientes

Ser mujer en el ámbito de las adicciones implica que el estigma, la exclusión y las violencias son mucho más patentes que en hombres, y por extensión está más acentuada su marginalidad. Las barreras materiales y simbólicas que se interponen en la vida de las mujeres están atravesadas por un componente de género que impide el ejercicio efectivo de sus derechos de autonomía e identidad. Sobre ellas recae el peso de contradecir los mandatos de género y la construcción social de «la buena mujer» y «la buena madre» (Estibaliz, 2016; Rojas, 2016, Episteme, 2021; Maneses Falcón, 2006; Romo, 2016) ). Por lo tanto, no es solo la sociedad quien las degrada, penaliza y juzga por su adicción, sino que terminan siendo ellas mismas quienes se autoestigmatizan y autoexpulsan hacia los márgenes.

En este artículo las personas lectoras encontrarán una síntesis introductoria de los hallazgos alcanzados en la investigación elaborada por Episteme Social titulada «Diké. Condicionantes sociales en la salud y el estilo de vida de las poblaciones ocultas con problemas de adicciones». En la investigación indagamos el género y la pobreza como los principales factores de riesgo que retroalimentan y catalizan la adicción. Los resultados completos los publicaremos a finales de diciembre de 2023. La investigación ha tenido presencia en las principales ciudades de siete Comunidades Autónomas (Catalunya, Comunidad de Madrid, Aragón, Asturias, Comunidad Valenciana, Región de Murcia, y Andalucía).

La metodología empleada ha consistido en la realización de treinta y dos entrevistas a mujeres drogodependientes de poblaciones ocultas. Decimos que son ocultas porque son mujeres que se mueven en los márgenes de la sociedad y apenas acceden a los recursos de atención sociosanitaria. Nos referimos a las mujeres drogodependientes que ejercen la prostitución para poder mantener su consumo y mujeres gitanas en las que la drogodependencia refuerza una imagen ya deteriorada. La investigación profundiza desde una perspectiva sociohistórica en los elementos y factores que configuran vidas en riesgo. Existencias en las que las mujeres no solo tienen que luchar contra el estigma de la adicción, sino también frente al conjunto de ejes de opresión que interseccionan hasta situarlas en posiciones sociales devaluadas.

Por un lado, el análisis de los datos nos apunta características comunes con sus homónimos varones: infancias violentas, altos niveles de pobreza, enfermedades físicas y mentales, bajo nivel educativo, procesos penitenciarios o sinhogarismo. No obstante, el interés y objetivo de la investigación es comprobar cómo se comportan estos factores de riesgo cuando la variable del género entra en escena en contextos de pobreza. De este modo, nos ha sido posible determinar el perfil de aquellas mujeres más agraviadas y expuestas a riesgos en virtud de datos como la edad, la pertenencia a una minoría étnica, el lugar de residencia y otras variables asociadas a la pobreza

Observamos dos cuestiones: en primer lugar, que las situaciones de violencia patriarcal se expresan de una manera concreta en la vida de las mujeres que usan drogas. En segundo lugar, que los juicios morales que recaen sobre las mujeres consumidoras son un factor determinante que contribuye a agravar su estado de salud físico y mental. En las entrevistas, las experiencias de agresiones sexuales, maltrato en la pareja o las retiradas de custodia fueron una constante. En cuanto a los aspectos emocionales destacan: los sentimientos de vergüenza por no cumplir los estándares asociados a la feminidad, la culpa por haber fracasado en su «rol de madre» o «esposa ejemplar» y los discursos de redención. Malestares que forjan una identidad agraviada y una autopercepción limitante. (Episteme, 2021).

Por lo tanto, existe una barrera simbólica clave a la hora de entender por qué muchas usuarias no acuden a los servicios asistenciales: porque su autoestima se encuentra tan dañada a causa del estigma que han recibido que creen que es inútil acudir a ellos o no quieren volver a fracasar en el tránsito por unos recursos. La mayor sanción social que recae sobre ellas por una misma acción, que es el uso de drogas, marca la diferencia entre «la vida drogodependiente» de los hombres y de las mujeres. El ejercicio de la prostitución es una expresión particular de esta diferencia. Tal y como han manifestado nuestras participantes en las entrevistas, para muchas de ellas el trabajo sexual constituye la única opción al alcance para poder mantener su consumo debido a una situación de pobreza cristalizada. En cuanto al tipo de sustancia, predomina tanto el consumo de crack como de heroína por vía fumada. Además, hemos comprobado entre los motivos por los cuales también ejercen el trabajo sexual se encuentran cubrir sus necesidades básicas como la alimentación, la vivienda o mantener el consumo de su pareja. (Kopetz et al., 2015; Fernández Ollero, 2011). En definitiva, las drogas, la construcción social de las mismas y la manera en la que la ley determina la vida de quienes las usan tiene relevancia cuando se examinan las condiciones de pobreza en las que se encuentran inmersas las mujeres drogodependientes. Una situación que las deporta a desarrollar estrategias y prácticas desinstitucionalizadas de supervivencia que ponen en riesgo sus vidas.

Existen numerosos condicionantes sociales que interactúan hasta configurar un complejo entramado de situaciones y vidas agraviadas en las mujeres drogodependientes. A la luz de los hallazgos, vemos necesaria la institucionalización de la perspectiva de género en los modelos de intervención. Planteamos a continuación tres cuestiones estratégicas sobre las cuales hemos de incidir. La primera de ellas, consideramos pertinente que desde los recursos se trabaje en el autoconocimiento, la autoestima y el empoderamiento a través de dinámicas grupales y grupos no mixtos. Encontramos ejemplos como los grupos de cuidado no mixtos, donde las mujeres disponen de un espacio exclusivo para compartir sus experiencias y sentirse escuchadas por compañeras y profesionales. Además, se trabaja para derribar los mandatos de género y construcciones sociales que operan sobre ellas. En segundo lugar, sugerimos aumentar las intervenciones de outreach para llegar a las mujeres alejadas del circuito asistencial con la finalidad de ampliar a otras poblaciones, como por ejemplo las mujeres migradas en situación irregular o las mujeres trans. Por último, recomendamos reforzar mediante la intervención los programas que acompañen y capaciten a las mujeres para ejercer sus derechos. Actualmente, existen recursos con programas orientados a acompañar directamente a las usuarias en sus trámites administrativos, desde pedir una cita médica, la solicitud de una ayuda o las denuncias por violencia machista.

En conclusión, sugerimos poner sobre la mesa estrategias innovadoras y contextualizadas que pongan el foco en los matices que provoca el género en las vidas drogodependientes. De esta manera contribuiremos a derribar las barreras de acceso a los recursos de las mujeres drogodependientes y garantizar así sus derechos como ciudadanas.

 

REFERENCIAS

Episteme. (2021).  Procesos de empoderamiento y acceso a derechos en las poblaciones (semi) ocultas drogodependientes. Capítulo 6.

Estibaliz, d. M. C. (2016). Mujeres, consumo de drogas y encarcelamiento. Una aproximación interseccional. Política Y Sociedad, 53(2), 529-549. https://doi.org/https://doi.org/10.5209/rev_POSO.2016.v53.n2.47421

Fernández Ollero, M. J. (2011). Calidad de vida y salud de las mujeres que ejercen la prostitución. Universidad de Oviedo. Departamento de Psicología.

Maneses Falcón, C. (2006). Mujeres y consumo de opiáceos: una realidad específica. Trastornos Adictivos, 8(4), 261-275. https://doi.org/10.1016/S1575-0973(06)75132-7

Rojas, K. (2016). ¿Buena Madre? ¿Mala madre?  Maternidad y dependencia de drogas

Romo, N. (2016). Género y uso de drogas: la invisibilidad de las mujeres. Drogas Y Género, (5)

Kopetz, C. E., Collado, A., & Lejuez, C. W. (2015). When the end (automatically) justifies the means: Automatic tendency toward sex exchange for crack cocaine. .1(4), 233-243. https://doi.org/https://doi.org/10.1037/mot0000025

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