Habilidades para la vida VS el sentido común

Fuente: lasDrogas.info. Eduard Casas Bertet.

Hay cierto consenso científico en que los programas de habilidades para la vida previenen las adicciones.

¿Quién cuestionaría que una persona con buena autoestima, autoimagen, resiliente, comunicativa, empática, resolutiva en sus problemas, asertiva, etc., no tiene más factores de protección ante el consumo de tóxicos? Así, era lógico que se centraran en el desarrollo de las habilidades para la vida en los adolescentes y niños para prevenir los consumos.

Los programas de habilidades para la vida son razonables en su marco teórico, pero, ¿tienen nada que ver con la prevención de las adicciones?

Después de 30 años atendiendo casos de jóvenes y adultos consumidores de tóxicos me ha causado perplejidad ciertas teorías, como la de las habilidades para la vida, en las que todo cuadra sin fisuras y que sirven por todo.

¿De dónde sale esto de las habilidades para la vida?
De hecho, este planteamiento sale en su esencia de la escuela de psicología humanista, en la que me formé hace dos décadas durante 2 años en el Instituto Erich Fromm de Barcelona. También, como suele ser habitual, sus concreciones en forma de programas llegaron hacia principios del milenio en Cataluña, desde los EE. UU. y rápidamente adquirieron un alto grado de aceptación entre técnicos y políticos, la narrativa era lógica. USA disfruta de una gran habilidad para acaparar la autoridad en casi todos los temas.

Es chocante que en el país desde donde salen, hace más tiempo que se aplican y se desarrollan más estos programas de habilidades para la vida, tengan este año la crisis más grande de personas adictas y muertes por sobredosis de opioides de todo occidente, con 100 mil muertos en el año, el doble del que tuvieron en 10 años en la guerra de Vietnam.

¿Cómo se explicaría por el contexto la crisis de opiáceos en los EE. UU.? Quien conoce un poco su sistema hiperconsumista sabrá que los trabajadores no tienen muchas opciones de ponerse enfermos, puesto que los seguros médicos, los caros tratamientos y el alto coste de la vida, no lo permiten.

Pero sentir dolor psíquico o físico es consustancial en la vida. Así piden reducir y/o eliminar estos síntomas para continuar trabajando y consumiendo. Si esto se combina con una alta oferta de opioides, cada vez más potentes, pues… El 5% de la población mundial (USA) consume el 80% de los opiáceos de farmacia del mundo. Creando además un negocio descomunal que satisface los intereses de los inversores.

¿Y en Cataluña?
En Cataluña, se ve que los consumos problemáticos de tóxicos no responden tanto a la persona (como apuntan estos programas), sino también al contexto. Por ejemplo, en 2022 hicimos un estudio sobre tóxicos en el municipio de Arbúcies, en el que se cruzaban algunos datos, como el consumo y el ambiente familiar. El resultado fue que en familias en las que había menos adaptación ambiental (hostilidad, no entendimiento, sentimiento de incomprensión, baja comunicación, etc.) había el grueso de los consumidores jóvenes.

En el acompañamiento lo he corroborado con centenares de casos. Recuerdo uno en particular en el que un adolescente de 14 años del Baix Montseny llegaba fumado a primera hora en el aula y se dormía sobre la mesa. Cuando exploré la situación constaté que los padres se estaban separando y había gritos y discusiones constantes en la casa, una guerra. La respuesta adaptativa del joven era emporrarse hasta el punto que no le afectara aquel ambiente.

Quizás aquel consumo intensivo de cannabis, aparte de una función ansiolítica, también era una llamada de atención para que se resolviera la situación. El número de casos de estas características se acerca al 100%.

También he constatado que cuando el ambiente en casa mejora, mengua el consumo e incluso desaparece. Y el ambiente suele mejorar cuando los padres avanzan o resuelven sus traumas, conflictos, heridas del pasado o una situación que los presiona sobremanera.

Dr. Bruce Alexander
Al fin, esto ya lo expresó el Dr. Bruce Alexander en un experimento con ratones. Hacia finales de los años 70 los experimentos con ratones demostraban que la droga es en un 90% más fuerte que el mismo instinto de supervivencia.

Situaban ratones individualmente en una jaula con dos abrevaderos, uno con droga y el otro con agua, muriendo la mayoría por sobredosis. ¿Carecían de habilidades para la vida los ratones? El Dr. Alexander observó que aquellos experimentos se hacían en espacios pequeños, sórdidos, amenazantes y poco estimulantes para los ratones, sospechando que el contexto era un determinante clave.

Así que repitió las mismas condiciones del experimento, pero en vez de que los ratones estuvieran en jaulas pequeñas, solos y con los bebedores con la sustancia, ideó un contexto diferente y mejor, con los mismos abrevaderos, pero con más ratones conviviendo, madrigueras, juegos, buena comida y espacio: El Rat Park.

El resultado fue radicalmente diferente, constatando que no era el ratón o la droga el problema, sino el contexto. Ningún ratón murió y alguno que había sobrevivido al primer experimento, con una alta adicción, lo situaron en el Rat Park, con el resultado de que se desintoxicó. Esto no significa que ningún ratón bebiera del abrevadero con droga, un 30% lo hicieron, pero ninguno murió ni fue a más.

¿Pero cuántos consumidores acaban teniendo problemas?
Por otro lado, también se conocía, por un estudio de las Naciones Unidas del año 2008, que solo un 10% de los consumidores de drogas llegarán a tener problemas graves del consumo[1]. Es decir, sí habrá consumos; sin embargo, más de un 90% no desarrollará graves problemas del mismo, aunque no participara en programas de habilidades para la vida.

Así pues, de este 10% ¿qué sería el determinante más grande de la salud? ¿Que la persona no tiene habilidades para la vida o el ambiente?

¿Quién determinó que los jóvenes que consumían drogas no tenían bastante desarrolladas las habilidades para la vida? Si se analiza a un joven adicto del 10% se encontrarán carencias en casi todas estas habilidades, ¿pero esto sería la causa o una consecuencia de los problemas derivados del consumo y de aquello que lo ha provocado? El matiz es importante para determinar la etiología de la enfermedad y el tipo de prevención a aplicar.

Por otro lado, cuando alguien afirma que no tienen habilidades para la vida, pienso en la cantidad de médicos adictos que hay. ¿Tampoco las tienen? Casi el 50% de los sanitarios y docentes toman psicofármacos, los cuales no se pueden suspender porque generarían síndrome de abstinencia y se tienen que ir reduciendo poco a poco. ¿Tampoco tienen habilidades para la vida los sanitarios ni los docentes? ¿No tenemos suficientes ejemplos de grandes personas de éxito y con grandes habilidades que han sufrido adicciones destructivas e incluso han muerto?

Sabemos que el contexto es determinante y que la mayoría de los jóvenes que toman tóxicos no sufrirán un problema de salud grave. ¿Por qué entonces nos centramos en sus habilidades para la vida como una estrategia de prevención? ¿Qué hay detrás de este planteamiento? ¿Hay una forma de evitar abordar la raíz del problema? ¿Por qué no querríamos hacerlo?

Nuevo planteamiento
De hecho, centrarse en el contexto sería como reconocer que en muchos sentidos no se están haciendo las cosas correctamente y esto implica una responsabilidad de los adultos. ¿De los padres? Quizás ellos también son víctimas de un contexto que no los favorece. ¿Entonces quién tendría la última responsabilidad? ¿Quizás el modelo de sociedad en el que vivimos?

En este punto se complica el abordaje, puesto que incidir en el modelo social, primero cuestionándolo y después cambiándolo, no es del agrado de quien lo domina porque lo favorece. Quien lo domina no se disparará al pie, así que mejor poner el foco en quien manifiesta el síntoma y salir hecho un pincel.

Tirar pelotas fuera es una especialidad de los EE. UU. y desarrollar bonitas teorías, estudios, acciones, propuestas, palabras y talleres que todo cuadre es su especialidad, pero esto no tiene que ver con el problema. Piensen en que todavía justifican las bombas de Hiroshima y Nagasaki para evitar más muertos.

¿Recuerdan a aquella fundación de prótesis financiada por una fábrica de minas antipersona?¿No les parece escandaloso? El estimado y ya difunto Arcadi Oliveres afirmaba que las entidades bancarias eran los grandes blanqueadores del capital del narcotráfico, pero a la vez dan dinero para la prevención de adicciones y a entidades del tercer sector que tratan a personas adictas. ¿Es, pues la hipocresía una de las raíces del problema? Probablemente, una entre otras y que no tiene que ver con las habilidades para la vida de los jóvenes.

¿Qué hay bajo las adicciones?
Afirma del Dr. Jacques Mabit, director del centro de tratamiento Takiwasi, que subyacente a toda adicción se encuentra la depresión. Así pues, un sufrimiento psíquico en la estructura emocional de la persona. ¿Esto es debido a que no tiene habilidades para la vida? Entonces con antidepresivos se acabaría este sufrimiento. Desgraciadamente, el consumo de antidepresivos ha acontecido otra adicción que no resuelto el problema y acaba teniendo un efecto rebote depresivo, como describe el mismo prospecto. Solo prueba de disimularlo debajo de una alfombra química.

 

Observaciones
En los últimos 30 años es fácil observar tres cosas. La primera es que casi todos los centros educativos desarrollan programas de habilidades para la vida, nunca se habían llegado a las cotas actuales con una gran inversión de dinero. La segunda es que se han disparado los trastornos psíquicos en jóvenes y adultos, desbordando los CSMIJ. Y la tercera, es que también se han disparado las adicciones, ya no solo a sustancias, sino adicciones no tóxicas.

Ante esto, es chocante la gran satisfacción autocomplaciente de quien continúa valorando e implementando estos tipos de programas basados en “la evidencia científica”, mientras se hunde la salud mental de niños, jóvenes y adultos.

¿Entonces de qué evidencia científica estamos hablando? Esto sería harina de otro costal. Solo cabe apuntar que en el libro Pandemia y posverdad, del Dr. Jordi Pigem, se explica cómo los estudios científicos publicados suelen no ser comprobados por pares, se cocinan y maquillan los datos y se concluye el que interesa a quién lo financia. Esto lo denunció el actual director de The Lancet[2] y una subdirectora del New England Medical Journal[3]. Por lo tanto, las publicaciones están más al servicios de ciertos intereses que de la ciencia y nunca podemos perder de vista ni depreciar la realidad cuando no cuadra con la teoría.

Para concluir, no dejo de tener cierta esperanza en que quien tiene las riendas de la educación y de la salud, los de la primera línea (no tanto en los de arriba), se atrevan a debatir, cuestionar e invertir más en la raíz del problema: el contexto.

Eduard Casas y Bertet. Educador social, presidente de GASS y preventólogo de La Resclosa de Arbúcies.

 

[1] *World *Drug repuerto 2008. United *Nations. Office donde *Drugs *and *Crime (pág. 4)

[2] Pandemia y posverdad. Jordi *Pigem. Capítulo 18, páginas 73 y 74

[3] Pandemia y posverdad. Jordi *Pigem. Páginas 123-124

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