La educación, clave para acabar con la creencia de que el alcohol es diversión

enero 12, 2017
El desafío es pensar campañas a largo plazo para que no se asocie el consumo con la felicidad
Fuente: Harry Campos Cervera, Especialista en Psiquiatría (APA). www.clarin.com
Uno de los primeros factores de la fuerte relación de los jóvenes con el alcohol aparece con las campañas publicitarias. Allí se dice que la fiesta comienza cuando aparece el alcohol, cuando se habla de los amigos, del encuentro, de que la felicidad y la diversión es el alcohol.
Por el otro lado, hay una dificultad de los vínculos sociales en los jóvenes porque la experiencia vivencial de estar con otro es cada vez más escasa a medida que crecen los vínculos a través de las redes sociales y de los servicios de mensajería. Pero esos medios no producen un aprendizaje social. No van desarrollando experiencias que son necesarias para modular la relación con el otro.
Por eso, cuando los chicos llegan a un boliche o a un encuentro sexual, no tienen el recurrimiento simbólico que necesita esa experiencia. Ahí es cuando aparece el alcohol, porque permite desenvolverse con una mayor libertad porque desinhibe y causa placer.
Aquí, a diferencia de lo que ocurre en otros países del mundo, se instaló la previa. Eso va generando que se tome en forma descontrolada a temprana edad. Y todo esto hace que se instaure una cultura, como si fuera una creencia. Cuando hablo de creencia, hablo de la misma estructura que tiene una religión: “Esto me hace bien, me sirve, me libera”. Es como un convencimiento y el convencimiento no se puede combatir con represión.
Por eso lo que debemos tener es una visión preventiva. Tenemos que pensar que para eso tenemos 18 años de proyecto. Y que contamos desde el jardín de infantes para instalar una campaña de prevención para que cuando los chicos llegan a la adolescencia y tengan 14 ó 15 años cuenten con otra creencia que sea diferente a la de “necesito el alcohol para divertirme, para salir con una chica”.
La herramienta a largo plazo es, repito, la prevención. Este acto de controlar si los jóvenes llevan alcohol a la playa es pan para hoy y hambre para mañana. Lo que se puede hacer es minimizar el daño brindando información a los chicos sobre los riesgos del alcohol; los accidentes, los hechos de violencia, el coma alcohólico y en ocasiones, la muerte. No debemos dejar un chico ebrio sólo por los peligros que puede tener la aspiración de vómito. Tarea que puede estar a cargo de las familias o de las instituciones.
Los chicos que no toman también deben tener fortaleza sobre su convencimiento. El alcohol, el cigarrillo y la droga son adicciones que comienzan en los adolescentes, muchas veces, por la presión de sus pares. Muchos les dicen “vos te vas a quedar afuera si no lo hacés”.
También ocurre que mucha gente que después de un tiempo se libera del alcohol debe aprender a encarar diferentes puntos de su vida sin alcohol. Porque sin alcohol se sienten con angustia y se requiere de una reelaboración del tema. Por eso insisto: la prevención debe realizarse desde cuando los niños ingresan al sistema educativo.
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