SUFRIR VIOLENCIA DURANTE LA INFANCIA INCREMENTA EL RIESGO DE CONSUMO DE CANNABIS EN LA ADOLESCENCIA

Fuente: www.infosalus.com. EUROPA PRESS.

Sufrir violencia durante la infancia incrementa el riesgo de consumo de cannabis en la
adolescencia, según ha puesto de manifiesto un estudio publicado en la revista
‘Adicciones’, de la sociedad científica Socidrogalcohol.
«Esto no quiere decir que todas las personas que desarrollan abuso de alcohol y
drogas hayan sido víctimas de maltrato en su infancia, sino que haber sido
victimizadas en la infancia aumenta la probabilidad de presentar abuso de alcohol y
drogas, a partir de la adolescencia», ha dicho el vicepresidente de Socidrogalcohol,
Josep Guardia Serecigni.
Las experiencias infantiles adversas pueden ser de maltrato corporal, emocional,
sexual o por abandono (corporal o emocional), o bien como consecuencia de
adversidades de la pareja parental (agresiones entre los padres, divorcio,
encarcelamiento, abuso de alcohol y drogas, enfermedad mental o intento de suicidio,
de los padres).
Por otro lado, según el trabajo, las personas que presentan abuso de alcohol y drogas,
a partir de la adolescencia, tienen más probabilidades de ser victimizadas y
revictimizadas, lo cual suele agravar dicho abuso de alcohol y drogas, y favorecer
otros trastornos psiquiátricos, sobretodo los de ansiedad y depresión, como el
trastorno de estrés postraumático.
«El poli-abuso de sustancias, que incluye el consumo excesivo de alcohol junto con
otras drogas, (como cocaína o anfetaminas), puede potenciar la intensidad del deseo
sexual (del consumidor) que, junto con la desinhibición de impulsos sexuales y
agresivos, le convierten en una persona muy peligrosa. Es decir que el impacto
simultáneo de las diversas sustancias sobre el cerebro puede ser el desencadenante
de graves agresiones sexuales. Esto no quiere decir que la persona que hace un
consumo excesivo de alcohol sea responsable de su propia victimización. El único

responsable es el agresor y es a esta persona a quien hay que dirigir preferentemente
los recursos de prevención», ha dicho Guardia.
Por otro lado, las personas que han sido victimizadas en su infancia, revictimizadas
posteriormente (en su adolescencia o juventud) y que presentan abuso o adicción,
también es más probable que se conviertan en maltratadores de sus familiares y que
sean los causantes de la separación conyugal, la disgregación familiar y las
dificultades económicas de la familia.
Factores, todos ellos, que contribuyen, a su vez, a la victimización de los familiares
más vulnerables, como son los niños y los ancianos. Y, finalmente, la misma
agresividad que victimiza a otras personas, puede ser lanzada contra la propia
persona y puede aumentar su impulsividad y sus conductas de riesgo, autodestructivas y suicidas.
El resultado del artículo sugiere que el abuso sexual o físico durante etapas
tempranas de la vida aumenta el riesgo de consumo de cannabis en la adolescencia.
«El artículo también habla de una alta prevalencia de adversidad durante la infancia,
incluyendo abuso físico, abuso sexual, abandono, pobreza y pérdida de padre o
separación, y todo ello se asocia a un aumento del riesgo de trastornos psiquiátricos»,
ha añadido el experto.
Las familias disfuncionales y el abuso son los predictores más fuertes de
psicopatologías como el abuso de sustancias, así como un historial de maltrato
infantil es otro predictor importante de problemas relacionados con el cannabis en la
adultez. En conclusión, el hallazgo principal tras la revisión sistemática realizada es
que los adolescentes que habían sido víctimas o testigos de abuso físico o violencia
durante la infancia, tenían mayor riesgo para el abuso o la dependencia del cannabis.
Además, se sabe que el consumo de cannabis en la adolescencia altera las
conexiones y produce fallos en la reestructuración del córtex cerebral, lo que produce
alteraciones conductuales, por lo que es probable encontrar deficiencias en la
memoria, la fluidez verbal, toma de decisiones y flexibilidad cognitiva. Si, además, el
consumo se hace de forma crónica, esto podría conllevar a un deterioro de la
inteligencia general, la memoria a corto plazo, la función ejecutiva, el juicio y la
impulsividad.

 

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