EL CONFINAMIENTO DE LAS PERSONAS CON ADICCIONES: “LO PEOR VENDRÁ DESPUÉS”

Fuente: www.elcorreogallego.es. SALOMÉ BARBA.

Si la situación de cuarentena crea estrés en la
población general, en personas drogodependientes es 
aún mayor // Las unidades asistenciales les atienden
por videoconferencia // No detectan grandes 
problemas, pero en muchos casos precisan un 
incremento de las dosis de medicación.

Cumplidas ya casi cinco semanas de confinamiento en los hogares, la mayor parte de la población general está notando efectos negativos. El estrés es uno de ellos. Los médicos de atención primaria reciben llamadas en las que les dicen que les cuesta conciliar el sueño o concentrarse, por lo que la prescripción de benzodiacepinas (fármacos con efectos ansiolítico o relajante muscular, usados como tratamiento para ansiedad o insomnio, entre otros) aumenta. Si esto ocurre en la población general, ¿qué ocurrirá en las personas drogodependientes?

Desde Lugo, la psiquiatra Gabriela Klepsh, de la Unidad Asistencial de Drogodependencias (UAD) que Cruz Roja gestiona, explica que las consecuencias del aislamiento ya se están notando, pero “lo peor vendrá después”, cuando se pueda volver a salir a la calle. En esta unidad trabajan con unos 400 usuarios con dependencias de todo tipo, alcoholismo, metadona, psicoestimulantes como la cocaína, cannabis, o el juego. A lo que habría que añadir las comorbilidades (presencia de uno o más trastornos además de la patología adictiva).

Un perfil similar a los que acuden a la UAD de Pontevedra. Su director, el doctor Carlos Martín, explica que en los últimos años están batiendo “récords históricos” de pacientes. Ahora tratan muchos casos de alcoholismo, que antes acudían a las unidades de salud mental pero que ahora les derivan. Se lamenta de que el área sanitaria de Pontevedra “carece de una unidad de tratamiento de alcoholismo, como sí existe en el resto de áreas”.

Klepsh asegura que los usuarios de unidades de drogodependencia hoy no son aquellos “heroinómanos que estaban en la calle de los años 80”; ahora se tratan muchos más tipos de adicciones y de patologías asociadas. Tanto en el servicio de Pontevedra como en el de Lugo se restringió la atención personal al mínimo, optando por el seguimiento mediante el teléfono o la videollamada. Así están trabajando los psicólogos de ambas unidades. Asimismo, en los dos las visitas para buscar el tratamiento de metadona se han espaciado, si antes iban cada semana ahora, dependiendo del caso, van cada dos, tres o cuatro, en Pontevedra, y en Lugo, cada semana o 15 días.

Además, está cerrada la admisión de nuevas historias o casos, al menos en la ciudad del Lérez. Martín dice que el ambiente está tranquilo. “Hacemos una especie de servicios mínimos. Cada día acude un médico y un auxiliar o enfermero, por turnos”. E indica que los psicólogos de la UAD, además de tratar a sus pacientes, están colaborando con el Concello “en la atención telefónica a personas mayores de 65 años que viven solas”.

Él considera que cuando termine el encierro es cuando “vendrá el atracón”, ahora no notan más demandas ni problemas. “Veremos después cómo va la cosa, valoraremos las consecuencias de la cuarentena , pero creo que no tienen por qué ser malas. Igual nos dan la sorpresa de que están mejor sin vernos…”, remata.

En Lugo, sin embargo, la doctora Klepsh sí que ha registrado demandas y peticiones diferentes. A las personas en general, sin problemas de conductas adictivas, esta situación se les está haciendo muy difícil, angustiosa y con gran incertidumbre. Si no pueden dormir, hablan con su médico de familia y es lógico que les ayude. A muchos de mis pacientes se les han tenido que aumentar tratamientos”, asegura.

Explica que “la angustia de la situación lleva a consumir benzodiacepinas. No tienen lo que consumen habitualmente, que les calma su angustia; porque hablo de personas con angustia crónica, gran tristeza, situaciones traumáticas, por algo están consumiendo”. Yva más allá al explicar que en los adolescentes, por ejemplo, “que consumen cannabis, evidentemente están angustiados porque no pueden canalizar sus angustias y fracasos con el cannabis como antes, que además lo hacían en grupo. Imagínate, le has sacado el grupo y lo que ellos creen que les calma. Si los, entre comillas, normales estamos sufriendo qué pasará con las personas con adicciones…”.

Y recuerda que las consecuencias reales del confinamiento no se verán hasta que acabe. “Lo mismo que los que están en sus casas, de menos de 60 m2, con hijos y en un ERTE o en paro… evidentemente puede ser un motivo de abuso de alcohol. Se debe de estar dando, pero no se sabe aún porque está a cubierto”.

Por este motivo, recuerda que toda la sanidad está en primera línea, también la psiquiatría, una disciplina un tanto olvidada pero que al final del esta crisis tendrá mucho protagonismo. “Qué va a pasar, no solo con nuestros pacientes, con la gente que pasó por una UCI con todo lo traumático que es, vivir un duelo sin despedida, adolescentes que tiene angustia, miedos, familias con grandes dificultades económicas, compañeros que han estado al pie del cañón…”.

Todo esto que se viene después, la otra cara de la pandemia, va a ser muy importante, asegura. “El coronavirus va a dejar otros muertos, no solo los literales. Después va a haber un proceso de duelo, de todos, que tendremos que cumplir”, remata.

 

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