LAS OTRAS VÍCTIMAS DE LA PANDEMIA

Fuente: www.diariomedico.com. Carmen Fernández.

Entre el 1 de marzo y el 1 de agosto se registraron en España, en el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo, que incluye las defunciones por todas las causas procedentes de 3.929 registros civiles informatizados, que representan el 92% de la población española), un total de 193.388 muertes, cuando se esperaba contabilizar 149.403. Es decir, en ese periodo, hubo un exceso de mortalidad de 43.985 personas en todo el país.

Buena parte del exceso de mortalidad se debe a la pandemia, pero también hay, entre los decesos de más, los de personas con patologías crónicas descompensadas  (cardiopatías, problemas renales, tumores…) o con patologías agudas graves que, por algún motivo (retraso asistencial por lista de espera o porque sus especialistas estaban dedicados a la Covid-19, atención no presencial ineficiente, no acudir a hospital y centro de primaria por miedo a contagio del SARS-CoV-2…), no recibieron a tiempo la atención que querían.

Conozco el caso de una persona fallecida días atrás en cuya historia clínica figura claramente que su enfermedad se descompensó sin remedio a causa de la situación de pandemia; es decir, que en circunstancias normales habría recibido a tiempo la atención debida y seguiría viva. Es un solo caso, pero, ¿cuántos más habrá en todo el Sistema Nacional de Salud? Cuando el río suena, agua lleva: varias sociedades científicas han emitido recomendaciones a pacientes crónicos sobre lo que deben de tener en cuenta estos días para no contagiarse y, especialmente, para tratar de evitar un empeoramiento de sus enfermedades.

Desconozco si alguna administración o entidad sanitaria del país está estudiando si la pandemia ha afectado a la calidad del seguimiento de pacientes con enfermedad crónica y a la atención en tiempo razonable a nuevos casos de patologías graves; si muchos enfermos, por su cuenta y riesgo, han interrumpido o modificado sus tratamientos, y si muchos de ellos han preferido no demandar asistencia a pesar de necesitarla pensando que era peor acudir a un centro de salud.

Es importante saberlo para que, en caso de una segunda ola y otro colapso del sistema, se intente evitar también las muertes ajenas a la Covid-19 (las que, sin pandemia, no se producirían). Y también es importante aclarar en detalle lo sucedido en las residencias de ancianos para poder prevenir en ellas más infecciones (y mortandad), que se siguen produciendo.

Que la gente se quede en casa limitando el riesgo de contraer la Covid-19 es muy positivo, pero no siempre: ante un problema de salud importante, que no se pueda resolver de manera efectiva con autocuidados, siempre hay que solicitar asistencia. Esto tendría que ser objeto de una campaña de información pública. Y en los menajes habría que incluir que la pandemia no sirve de excusa para dejar de extremar la adherencia a una terapia para una enfermedad grave que puede desestabilizarse.

Estos días también he tenido la oportunidad de visitar un centro de primaria de una zona turística que, en estas fechas, suele estar hasta arriba de actividad, pero que estos días está prácticamente vacío (en parte porque la mayoría de las visitas son concertadas para evitar la masificación en las zonas de espera, en otra parte por la menor afluencia de turistas al municipio y en otra, muy probablemente, porque la gente es reacia a acudir a él si no tiene un motivo de mucho peso).

Tras la primera ola de la Covid-19 y sus terribles efectos y en la situación actual de detección de brotes más o menos importantes por toda la geografía nacional, sería oportuno contar ya con un plan nacional (o 17, uno por cada comunidad autónoma) tendente a minimizar el riesgo de víctimas colaterales de la pandemia, que incluyese mecanismos y medios para mantener la calidad asistencial, también durante todo este mes de agosto, los fines de semana y festivos; para que las visitas telemáticas y controles a distancia tengan el tiempo necesario y se hagan con el máximo rigor (Médicos de Cataluña ha pedido esta semana 10-12 minutos por  visita no presencial porque los 6 previstos por defecto no son suficientes), y para que todo el sistema se vuelque en que, realmente (no solo de boquilla), toda consulta grave e inaplazable se atienda de manera inmediata.

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